EL PADRE ES NUESTRA ESPERANZA 

“Yo quiero ser la esperanza de la humanidad. ¿No lo soy ya? Si yo no sería la esperanza de la humanidad, el hombre estaría perdido” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Especialmente en estos tiempos de tanta oscuridad, las palabras de nuestro Padre nos señalan el camino. Él las ha pronunciado de una vez y para siempre, y quiere que las asimilemos profundamente.

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MANTENER EL CORAZÓN EN DIOS 

“Mantened siempre vuestro corazón en el mío” (Palabra interior).

“Donde está tu tesoro allí estará tu corazón” (Mt 6,21) –nos dice el Señor en el evangelio. Nuestro corazón ha de pertenecerle en primer lugar al Padre. En Él tiene su hogar y jamás quedará defraudado.

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SUFRIR CON DIGNIDAD Y SERENIDAD 

 “Soportad el sufrimiento con dignidad y serenidad. Así se convertirá en un gran tesoro que servirá para salvar a la humanidad.” (Palabra interior).

Nuestro Padre es capaz de hacer fecundas todas las circunstancias, haciéndonos partícipes y cooperadores de su gran obra de amor. Ciertamente el sufrimiento no era parte del plan originario de Dios para con el hombre. ¿Por qué nuestro Padre iba a crearnos para luego hacernos sufrir? Sabemos que el sufrimiento vino al mundo como consecuencia del pecado del hombre. Pero ahora se nos convierte en una buena ocasión para demostrarle al Padre nuestro amor.

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Creer sin ver

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Jn 20,24-29

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor.” Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de sus clavos y mi mano en su costado, no creeré.” Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos.

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LA LUZ AHUYENTA LA OSCURIDAD 

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“La luz ahuyenta toda oscuridad, hasta el punto de que te duela aun el más mínimo falso pensamiento” (Palabra interior).

La luz es incompatible con las tinieblas y las ahuyenta. Cuando nuestro Padre pone su morada en nuestro corazón, tiene que ceder todo aquello que no debe estar ahí. Jesús nos hace notar que todos los malos pensamientos salen del corazón del hombre (Mt 15,19). Cuando los rayos de la luz de Dios penetran en nuestro corazón, quieren disipar los malos pensamientos. Sin embargo, esto no sucede de un momento al otro, porque a veces éstos ya han echado raíces en nosotros. Con la gracia de Dios y con nuestra voluntad empezamos a renunciar a ellos, pero hace falta un proceso hasta que realmente adquiramos una gran distancia interior.

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Una palabra tuya bastará

Mt 8,5-17

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: “Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.” Dícele Jesús: “Yo iré a curarle.” Replicó el centurión: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.

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