SUFRIR CON DIGNIDAD Y SERENIDAD 

 “Soportad el sufrimiento con dignidad y serenidad. Así se convertirá en un gran tesoro que servirá para salvar a la humanidad.” (Palabra interior).

Nuestro Padre es capaz de hacer fecundas todas las circunstancias, haciéndonos partícipes y cooperadores de su gran obra de amor. Ciertamente el sufrimiento no era parte del plan originario de Dios para con el hombre. ¿Por qué nuestro Padre iba a crearnos para luego hacernos sufrir? Sabemos que el sufrimiento vino al mundo como consecuencia del pecado del hombre. Pero ahora se nos convierte en una buena ocasión para demostrarle al Padre nuestro amor.

Todos acuden de buena gana al banquete del Señor, pero sólo pocos permanecen con Él en la hora de la cruz, aceptando el sufrimiento por causa suya. Nuestro Padre siempre nos dará la gracia para hacerlo, de manera que el sufrimiento experimenta una transformación interior. Aunque conserve su oscuridad exterior y siga siendo para el hombre algo ajeno, como lo es también la muerte, el amor es capaz de transformarlo desde dentro. Así como la Pasión de Nuestro Señor no permaneció envuelta en la oscuridad de la crucifixión, sino que se convirtió en la gran prueba de su amor por nosotros y por el Padre, así también nosotros podemos cambiar nuestra actitud ante el sufrimiento con la gracia de Dios.

Es por eso que las palabras iniciales de esta meditación nos exhortan a soportarlo con dignidad y serenidad: la dignidad para hacerlo fructífero a través de la fe y participar así en la Redención de la humanidad; la serenidad que resulta de tener la mirada puesta en la eternidad, viendo que el sufrimiento que estamos atravesando es temporal y que nos espera una recompensa eterna.

La palabra inicial habla del sufrimiento como de un “gran tesoro”. Por tanto, en las horas de dolor, en las que ciertamente el Señor nos sostiene de forma especial, recordemos a aquel mercader que encontró una perla de gran valor y vendió todo cuanto tenía para comprarla (Mt 13,45-46). En este sentido, el sufrimiento puede convertírsenos en un gran tesoro. ¡No dejemos pasar el momento oportuno para comprarlo!