TÚ ERES MI AMIGO Y CONFIDENTE 

“Tú eres mi amigo y confidente. Ten ánimo y sigue día a día tu camino” (Palabra interior).

Dios quiere introducirnos en una relación de tal cercanía. Nuestro Padre mismo busca nuestra amistad, para que nos unamos a Él en la gran obra que quiere llevar a cabo en la tierra para los hombres y con los hombres.

Es fácil abrirle el corazón a un confidente. En este caso, es nuestro Padre quien quiere confiar en nosotros y abrirnos su corazón. ¿Es esto posible?

¡Sí! Consideremos que Él encomendó a su propio Hijo al cuidado de sus padres humanos; recordemos que, en la Eucaristía, Jesús mismo se entrega a las manos del sacerdote… Podríamos enumerar muchas otras cosas que Dios confía y encomienda a los suyos.

Pero, por el otro lado, también tenemos el pasaje del evangelio que nos dice que “Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos” (Jn 2,24). Entonces, no se trata de una confianza ciega.

Hay una condición para que el Señor pueda hablarle al hombre como amigo y confidente: éste debe mostrarse digno de su amistad y de su confianza. Recordemos a las figuras del Antiguo Testamento, tales como Moisés y Elías, Jeremías y otros profetas. Pensemos en los discípulos de Jesús en el Nuevo Testamento, a quienes el Señor Resucitado encomienda la misión de anunciar el evangelio hasta los confines de la tierra (Mt 28,19-20). Pensemos en Pedro, a quien le confió la tarea de apacentar a sus ovejas (Jn 21,15-17).

También los muchos santos son un ejemplo de cuánto se complace el Señor en entrar en una relación de amistad y confianza con nosotros, los hombres.

Detengámonos un momento: Tú y yo también estamos llamados a ser amigos y confidentes del Señor. Él no está lejos; sino que quiere venir muy cerca de nosotros. Por tanto, se nos dirige la invitación de mostrarnos dignos de la amistad del Señor, permaneciéndole fieles aun en tiempos difíciles. ¡Que Él pueda contar con nosotros! Y nosotros, como sus amigos y confidentes, podremos seguir reconfortados nuestro camino, día a día.

Si permanecemos en Él, no nos extraviaremos y nos mostraremos dignos de su confianza.