“EL SEÑOR PROTEGE AL FORASTERO” 

“El Señor protege al forastero, sustenta al huérfano y a la viuda” (Sal 145,9).

En su amor y providencia, nuestro Padre tiene en vista a todas las personas; y nos exhorta a que también nosotros prestemos especial atención a aquellas que fácilmente son marginalizadas. Los forasteros están expuestos a ser explotados y engañados, si el amor no se hace cargo de ellos y se encuentra con delicadeza con su carácter extranjero, para que se sepan cobijados por este amor.

leer más

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR  ABARCA A TODO EL MUNDO

“La misericordia del hombre sólo alcanza a su prójimo, la misericordia del Señor abarca a todo el mundo” (Sir 18,13).

El amplio Corazón de nuestro Padre tiene en vista a todos los hombres de todos los tiempos. A nadie excluye de su amor; sólo el hombre mismo puede rechazarlo y darle la espalda. Nuestro amor humano, en cambio, es limitado y a menudo se dirige sólo a nuestro prójimo.

leer más

MARAVILLAS MEMORABLES

“Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente” (Sal 110,4).

No sólo los grandes portentos que el Señor realizó en la historia del Pueblo de Israel deben permanecer grabados en nuestra memoria; sino que cada día suceden ante nuestros ojos incontables maravillas de nuestro Padre, que han de despertar en nosotros la gratitud y el amor que corresponden. Si las pasamos por alto, entonces no somos capaces de percibir realmente la amorosa Providencia de nuestro Padre y, en consecuencia, nuestro corazón no se eleva tan fácilmente a Él. Por ello, el salmista nos exhorta: “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios” (Sal 102,2).

leer más

UN SABIO CONSEJO

“Mi pasado ya no me preocupa; pertenece a la misericordia divina. Mi futuro no me preocupa todavía; pertenece a la providencia divina. Lo que me preocupa y me exige es el hoy, que pertenece a la gracia de Dios y a la entrega de mi corazón, de mi buena voluntad” (San Francisco de Sales).

Si nos tomamos en serio estas palabras de San Fransciso de Sales, podremos deshacernos de muchas cargas que agobian nuestra vida y despertaremos al “ahora”, por así decirlo.

leer más

NUESTRO PADRE SE VALE DE NUESTRAS CAÍDAS 

“A menudo el Señor permite que caigamos para que el alma se vuelva humilde” (Santa Teresa de Ávila).

El amor de nuestro Padre –siempre pendiente de la salvación de nuestra alma– sabe integrar en su plan de salvación incluso las debilidades de nuestra naturaleza humana. Esta certeza es muy reconfortante, porque generalmente no podemos superar nuestras debilidades de un día para otro, sino que tenemos que luchar durante mucho tiempo y contar con la ayuda del Señor hasta lograr refrenarlas al menos medianamente. La perspectiva de que Dios es capaz de sacar provecho de nuestras caídas –que a menudo nos resultan dolorosas, vergonzosas y humillantes– nos da esperanza y confianza en nuestro Padre.

leer más

EL DON DE SABIDURÍA

“Quiero mostraros cómo vengo a vosotros por medio de mi Espíritu Santo” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Con el último y más hermoso de los dones del Espíritu Santo –el de la sabiduría– podemos saborear interiormente el amor que nuestro Padre nos tiene. Aquí no se trata, en primera instancia, de conocerlo a través del entendimiento o de penetrar en los misterios divinos, como habíamos considerado en el don que meditamos ayer, sino que se trata del “dulce sapere”, del “dulce sabor” de la sabiduría.

leer más

EL DON DE ENTENDIMIENTO

“Quiero mostraros cómo vengo a vosotros por medio de mi Espíritu Santo” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Hemos meditado cómo el don de ciencia nos ayuda a centrar todo nuestro corazón en el Padre Celestial, evitando que el apego natural a las cosas creadas se nos convierta en obstáculo para la unificación con Dios.

leer más

EL DON DE CIENCIA

“Quiero mostraros cómo vengo a vosotros por medio de mi Espíritu Santo” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

En nuestro camino de transformación interior bajo el influjo del Espíritu Santo, Dios viene a nuestro auxilio bendiciéndonos abundantemente con el don de ciencia. A través de este don, el Padre nos permite entender con toda claridad que hemos de entregarle indivisamente nuestro corazón y no perderlo en las cosas pasajeras. Aunque nuestro entendimiento ya lo sepa en teoría, gracias a lo que nos enseña la fe, el corazón a menudo no está totalmente libre para Dios.

leer más