NOVENA A DIOS PADRE – Día 3: “Padre, quiero ser luz tuya”

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Amado Padre, esta serie de meditaciones es una Novena en tu honor, y ha de ayudar a los hombres –tus amados hijos– a conocerte más profundamente.

También ha de servir para que pronto se cumpla tu deseo de que la Iglesia instaure una Fiesta litúrgica, en la cual Tú seas honrado como “Padre de toda la humanidad”. Este anhelo Tuyo se lo confiaste a la Madre Eugenia Ravasio.

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NOVENA A DIOS PADRE – Día 2: “Tú, Padre, eres la vida”

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Conocerte, oh Padre, es la vida; la verdadera vida; la vida eterna…

En efecto, es esto lo que siempre buscamos… Constantemente estamos a la mira de algo que nos llene, que nos haga felices –según nuestro concepto de felicidad–; de algo que perdure… Pero, ¿puede acaso haber verdadera felicidad sin Ti?

¡Imposible! Y no pocas veces tenemos que experimentarlo con dolor, cuando las ilusiones se disipan y dejan el corazón herido o incluso roto.

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La dignidad de la castidad

Ex 20,1-17

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué del país de Egipto, del lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, pero tengo misericordia de mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos.

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No les tengáis miedo

Mt 10, 26-32 (Evangelio correspondiente a la memoria de San Pantaleón, mártir)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.

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EL CUIDADO DE DIOS

“Sin tentaciones, no percibiríamos el cuidado de Dios por nosotros, ni adquiriríamos la confianza en Él, ni aprenderíamos la sabiduría del Espíritu, ni se consolidaría el amor a Dios en el alma” (Isaac de Siria).

Lo que hemos dicho en las últimas meditaciones con respecto a la lucha contra los poderes de las tinieblas, podemos aplicarlo también al combate contra las tentaciones, a las que estamos inevitablemente expuestos durante nuestra peregrinación por este mundo. Éstas forman parte de la lucha que se nos ha encomendado.

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