LA LUZ AHUYENTA LA OSCURIDAD 

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“La luz ahuyenta toda oscuridad, hasta el punto de que te duela aun el más mínimo falso pensamiento” (Palabra interior).

La luz es incompatible con las tinieblas y las ahuyenta. Cuando nuestro Padre pone su morada en nuestro corazón, tiene que ceder todo aquello que no debe estar ahí. Jesús nos hace notar que todos los malos pensamientos salen del corazón del hombre (Mt 15,19). Cuando los rayos de la luz de Dios penetran en nuestro corazón, quieren disipar los malos pensamientos. Sin embargo, esto no sucede de un momento al otro, porque a veces éstos ya han echado raíces en nosotros. Con la gracia de Dios y con nuestra voluntad empezamos a renunciar a ellos, pero hace falta un proceso hasta que realmente adquiramos una gran distancia interior.

De esta manera, el amor de nuestro Padre puede penetrar cada vez más en nuestro corazón y nos volvemos cada vez más conscientes de cuán incompatible es su santa presencia con los falsos pensamientos que aún podamos tener y que nos separan de Él.

Sí, es doloroso percibir estos pensamientos repugnantes en nosotros, ya sea que procedan de las profundidades de nuestra alma que aún no está del todo purificada, o sea que el diablo nos los susurre. Pero, bajo el influjo del Espíritu Santo, aprendemos a distanciarnos de ellos mucho más rápidamente, y el dolor por los pensamientos erróneos es señal de nuestro amor por el Padre.

A medida que el amor del Padre penetra en nuestro corazón, nos volvemos cada vez más sensibles y nos duele hasta el más mínimo falso pensamiento, porque no se corresponde con el inmenso amor con que el Padre viene a nuestro encuentro.

De esta manera, Él nos introduce en su escuela de amor, valiéndose incluso de los falsos pensamientos, con el fin de distanciarnos aún más de ellos y centrarnos en Dios.