“DIEZ KILOS DE ORO”

“Es verdad que soy justo, ¡pero el amor lo paga todo! Escuchad, hijos míos: hagamos una suposición para que estéis seguros de mi amor. Para mí, vuestros pecados son como el hierro y vuestros actos de amor como el oro. Si me entregarais mil kilos de hierro, sería menos para mí que si me donarais diez kilos de oro. Esto significa que, con un poco de amor, se pagan enormes iniquidades.” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio). 

Puesto que el amor es la razón primordial de nuestra existencia y Dios mismo es el amor, “al atardecer de la vida seremos juzgados en el amor” (San Juan de la Cruz).

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GRATITUD ETERNA

“¿Cómo podremos jamás agradecerte, oh Amado Padre, por tu amor y tu infinita misericordia?” (Himno de alabanza a la Santísima Trinidad). 

Cuando tomamos conciencia del amor de nuestro Padre y admiramos sus obras, empieza a brotar en nosotros un “eterno gracias”, que desemboca en la incesante alabanza de su majestad.

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“UN CORAZÓN SENSIBLE”

“Vuestro corazón es sensible como el mío, y el mío como el vuestro” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio). 

Una vez más, nuestro Padre nos hace comprender cómo es su Corazón al recordarnos cómo es el nuestro, que fue creado a imagen y semejanza del suyo. Si nuestro corazón no está completamente embotado y frío, sabemos bien cómo reaccionamos ante el amor verdadero, ante las injusticias, etc…

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UN AMOR MÁS GRANDE A JESÚS

“Si me conocéis, me amaréis, y a amaréis a mi Hijo predilecto más de lo que lo amáis ahora” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Ciertamente todos nosotros queremos amar a nuestro Señor Jesucristo más de lo que lo hacemos ahora. En Navidad le hemos dicho al Niño Jesús lo que se expresa en un hermoso villancico alemán: “Mi corazón quiero entregarte; y todo lo que tengo, darte”. Día tras día, se nos invita a crecer en el amor por nuestro Salvador y por los hombres. leer más

LA IRA DEL SEÑOR

“Aun si las personas se encuentran con mi ‘ira’, quiero que sepan que las amo y las llamo a la conversión” (Palabra interior). 

“El Señor corrige a quien ama” (Hb 12,6). La intención de nuestro Padre es siempre la de llamarnos a la conversión. Si permite que las personas sientan las consecuencias de su actuar, es decir, que se encuentren con su “ira”, entonces también esto lo hace movido por amor, con el fin de sacudirlas y despertarlas. A veces parece no haber otra alternativa para apartar a la persona de sus malos caminos y hacer que se vuelva a Dios.

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