“YO, EL SEÑOR, SONDEO EL CORAZÓN”

 “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? ‘Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos’” (Jer 17,9-10).

Ayer reflexionábamos sobre el corazón que, tras haber sido puesto a prueba, ha demostrado su fidelidad a Dios, como fue el caso del Profeta Jeremías. Hoy, en cambio, se nos recuerda el deplorable estado de nuestro corazón, del que también el Señor nos advierte en el Evangelio (cf. Mt 15,19). Para que un corazón resista la prueba, necesita atravesar primero una purificación, porque a menudo ni siquiera está consciente de su maldad.

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