UN AMOR MÁS GRANDE A JESÚS

“Si me conocéis, me amaréis, y a amaréis a mi Hijo predilecto más de lo que lo amáis ahora” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Ciertamente todos nosotros queremos amar a nuestro Señor Jesucristo más de lo que lo hacemos ahora. En Navidad le hemos dicho al Niño Jesús lo que se expresa en un hermoso villancico alemán: “Mi corazón quiero entregarte; y todo lo que tengo, darte”. Día tras día, se nos invita a crecer en el amor por nuestro Salvador y por los hombres.

Nuestro Padre Celestial nos señala la manera de acrecentar nuestro amor: Si llegamos a conocerlo más profundamente a Él, entonces Él nos hará partícipes de su propio amor por su Hijo. Este amor es inconmensurable y perfecto, porque es divino.

Por tanto, al amar a nuestro Padre y al ser receptivos a su amor, llegamos a conocer otro grado del amor. Éste se vuelve más sobrenatural, y así aumenta nuestra capacidad de amar.

En cierto modo, se nos permite mirar a Jesús con los ojos del Padre. Vemos e interiorizamos cómo Él se complace en su Hijo. Todas las obras que realizó Jesús por amor al Padre y a nosotros, los hombres, empiezan a hablarnos de una forma distinta cuando las contemplamos desde la perspectiva del amor del Padre por su Hijo. De esta manera, nuestro amor al Señor puede crecer cada vez más.

Al responder al amor de nuestro Padre, lo ganamos todo. Si Dios pone su morada en nuestro corazón y lo penetra hasta lo más profundo, la vida divina puede empezar a desplegarse en nuestro interior. Esto significa que nos convertimos en “vasijas de su amor”. Entonces, amaremos todo lo que Dios ama y, más aún, aprenderemos a amar no sólo de un modo humano, sino divino.