“EL PODEROSO HA HECHO OBRAS GRANDES POR MÍ”

 “El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su Nombre es santo” (Lc 1,49).

¡Cuánto se complace nuestro Padre Celestial en la Virgen María, que acogió plenamente su llamado y se convirtió así en Madre de su Hijo! ¿Podríamos imaginar una elección de Dios más digna que la Virgen de Nazaret, que estaba preparada para dar su consentimiento a la enorme gracia que el Señor le mostraba y a cooperar con su “fiat” en el plan de la salvación?

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El primer fratricidio

Gen 4,1-15.25

Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Yahveh.” Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. Pasado algún tiempo, Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro.

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¿Cómo obtener un corazón puro? (Parte III)

Concluimos hoy el tema que habíamos estado tratando durante los últimos días: el camino para alcanzar un corazón puro. Nos basamos en estas palabras de Jesús tomadas del evangelio del 8 de febrero:

“Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7,20-23)

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¿Cómo obtener un corazón puro? (Parte II)

Continuamos hoy con el tema que estuvimos tratando ayer. Nos enfocamos sobre todo en estas palabras del evangelio del 8 de febrero:

“Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7,20-23) leer más