“¡TENED VALOR!”

“¡Tened valor, y firme el corazón, vosotros, los que esperáis en el Señor” (Sal 30,25).

Una y otra vez el Señor nos da ánimo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Fácilmente sucede que, ante tanta miseria y aflicción que vemos en este mundo, nos sentimos impotentes. Esto ocurre aún más cuando percibimos nuestras propias debilidades y limitaciones.

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MEDITACIONES DE NAVIDAD (7/8): Tu luz ahuyentará las tinieblas

Amado Niño, ya casi hemos llegado al final de estas meditaciones de Navidad, y también el año está a punto de culminar.

Amado Señor, ha sido un año tan extraño e incluso absurdo para muchas personas… ¿A quién podrán dirigirse si no a Ti, que incluso en tiempos tan confusos estás presente, y quizá de forma especial cuando ves la necesidad y angustia de las personas?

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MEDITACIONES DE NAVIDAD (6/8): Nada podrá separarnos de Tu amor

Apenas habías llegado al mundo, oh Divino Niño, cuando Tus padres tuvieron que huir contigo a Egipto. Es admirable la obediencia de Tu padre adoptivo, San José, al partir de inmediato en cuanto hubo recibido esta orden en un sueño (Mt 2,13-14).

El esfuerzo, las fatigas y adversidades, el sufrimiento y la muerte caracterizan este mundo como consecuencia del pecado, y estaríamos para siempre perdidos si no fuera porque Tú viniste a nosotros y nos trajiste la luz de la esperanza.

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MEDITACIONES DE NAVIDAD (5/8): Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu Pueblo Israel

Como judíos fieles a la Ley del Señor, a los ocho días de Tu Nacimiento Tus padres te circuncidaron y te pusieron el nombre de Jesús, el Salvador (Lc 2,21).

Cuando, cuarenta días después, te llevaron al Templo para presentarte al Señor, te encontraste con Simeón, uno de los fieles de Tu Pueblo (Lc 2,22-25). El Espíritu Santo le había revelado que no moriría antes de haberte visto. ¡Y así sucedió! Lleno del Espíritu Santo y tomándote en Sus brazos, pronunció sobre Ti aquellas inolvidables palabras:

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NO TEMAS A LA VEJEZ

“No temas a la vejez; Yo soy la eternidad” (Palabra interior).

La edad puede traer sabiduría. Cuando una persona ha madurado bajo la guía de Dios, también será capaz de transmitir esta sabiduría a otras personas. El Padre mismo se hace presente en ella. La mayor sabiduría consiste en hacer todo lo que Dios nos ha encomendado en esta vida con la mirada puesta en la vida eterna.

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MEDITACIONES DE NAVIDAD (4/8): No has venido a un paraíso

Amado Niño, podríamos exultar de gozo sin cesar, especialmente cuando miramos a Tu incomparable Madre y a San José…

¡Qué calidez rodea a la Sagrada Familia! Con su humanidad, impregnada por el Espíritu de Dios, santifica al núcleo de la sociedad humana: la familia.

¿Cómo se habrán sentido María y José, teniéndote entre ellos y comprendiendo quién es Aquél que les había sido encomendado?

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“ASÍ HACE EL QUE TEME AL SEÑOR”

“Así hace el que teme al Señor, el que abraza la Ley logra sabiduría” (Sir 15,1).

“Primicia de la sabiduría es el temor del Señor” –nos dice el salmo (Sal 110,10). Este precioso don del Señor quiere llevarnos a no hacer nada que pudiese ofender de una u otra manera al Señor o al prójimo, que fue creado a su imagen y semejanza (Gen 1,27). Así, nos enseña una gran vigilancia y precaución, sabiendo bien con qué facilidad se puede ofender al amor y cuán graves consecuencias puede esto acarrear.

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MEDITACIONES DE NAVIDAD (3/8): Mi corazón quiero entregarte

Tú quisiste escoger personas sencillas: eran pastores (Lc 2,8-20). Tú, Amado Niño, amas la sencillez. En un corazón sencillo Tú puedes entrar más fácilmente.

Y Tú también nos haces sencillos. No hace falta saberlo todo de inmediato. Más importante es dejar arder Tu amor en nosotros y apresurarnos como los pastores a transmitir la Buena Nueva.

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