“ME SIENTO TRANQUILO” 

“Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo” (Sal 26,3).

Nuestro Padre no nos exonera del combate en que estamos inmersos los hombres mientras dure nuestra vida terrena. Pero, eso sí, nos cubre las espaldas. Nadie que quiera recorrer el camino de la santidad, al que todos estamos llamados, podrá sustraerse de este combate. Si lo evade, de antemano está perdida la batalla.

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