LA NOCHE RESPLANDECE COMO EL DÍA

“De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida”
(Sal 42,9).

Un alma atenta espera siempre al Señor y experimenta su auxilio en pleno día, cuando tiene que realizar todas las tareas que se le encomiendan. Cuando ella acoge la bondad de Dios, que la acompaña siempre como un cálido rayo del “sol que nace de lo alto”, nuesto Padre la hace capaz de todo. De este modo, cada día se convierte en una posibilidad de que Dios derrame su bondad en este mundo a través de nuestro servicio cotidiano.

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