“TÚ ME LIBRARÁS”

“Sácame de la red que me han tendido, 
porque tú eres mi amparo”
(Sal 30,5).

El salmista no se refiere aquí a la red del amor, aquella que los discípulos del Señor han de echar en el mundo para conquistar almas para el Reino de Dios (Mt 4,19).

Antes bien, hace alusión a la red de maldad que los enemigos de Dios tienden para atrapar y hacer caer al hombre que teme a Dios. En su insidia, intentan aprovechar todas las oportunidades para llevar a cabo sus siniestros planes. No hay mentira que les resulte demasiado sucia, ni vileza que les parezca demasiado perversa, ni engaño que consideren demasiado grande… ¡De toda debilidad quieren aprovecharse para alcanzar su meta!

Sin embargo, les sucederá como a todos los que se levantan contra el Señor y su Ungido (Sal 2,2). Sus oscuros planes son vanos; sus triunfos son victorias pírricas. También ellos, al fin y al cabo, tienen que servir al Señor y a sus designios.

Porque el creyente levanta sus ojos al Señor y Él siempre lo sacará de la red de maldad que le han tendido. Los hijos de Dios sólo tienen que buscar refugio en su Padre Celestial y estar vigilantes para no enredarse en la red de los inicuos. Y aunque esto llegase a sucederles, Dios los librará y defraudará los planes del Maligno.