NOVENA A DIOS PADRE | Día 5: “La generosidad de nuestro Padre”

La generosidad es uno de los rasgos característicos de Dios. Con gran alegría, Él nos hace partícipes de su inconmensurable riqueza. No sólo quiere darnos vida; sino “vida en abundancia” (cf. Jn 10,10).

En la eternidad nos espera un gozo y una dicha sin fin: “No habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni fatiga” (Ap 21,4). ¡Dios mismo será nuestra recompensa!

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 4: “Dios, nuestro Padre”

Al meditar el amor que Dios nos tiene y cobrar conciencia de su inmensidad, podríamos preguntarnos qué es lo que Él quiere de nosotros y cuál es la actitud que debemos tener frente a Él.

La respuesta es inequívoca: Dios quiere que correspondamos a su amor, y Jesús nos da a entender en qué consiste primordialmente esta respuesta: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn 14,15).

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 2: “El corazón de nuestro Padre está abierto de par en par”

Nosotros, los hombres, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gen 1,26). Con justa razón se habla de que el corazón constituye el centro de la persona. Sólo aquellas cosas que realizamos con todo el corazón, adquieren su expresión plena e integral. Al hacer las cosas con el corazón, les imprimimos el sello de toda nuestra identidad. De este modo, actuamos y hablamos con verdadera convicción.

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 1: “Dios es amor”

A lo largo de los próximos 9 días, escucharemos breves meditaciones sobre nuestro Padre del cielo, intercaladas con cantos en su honor. Algunos fieles católicos celebran cada 7 de agosto una Fiesta en honor del Padre Celestial, el Padre de toda la humanidad. Esta fiesta se remonta a una petición que Él mismo expresó a la Madre Eugenia Ravasio en el año 1932. Esta revelación privada fue cautelosamente examinada y aprobada por el obispo local de la diócesis donde sucedieron los acontecimientos. Yo mismo también me topé hace varios años con este mensaje y me pareció muy valioso, pues me ayudó a profundizar mi relación con Dios Padre.

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La humildad: preciosa flor en el jardín de Dios

Ef 4,1-6

Hermanos: Yo, prisionero por el Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la llamada que habéis recibido: con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Pues uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos. leer más

El Señor arranca la cizaña

Mt 13,24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: “El Reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos se acercaron al amo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Por qué tiene entonces cizaña?’ Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto.’

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El servicio es la verdadera grandeza

Mt 20,20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le preguntó: “¿Qué quieres?” Respondió ella: “Manda que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.” Replicó Jesús: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?” Respondieron: “Sí, podemos.” Entonces les dijo: “Desde luego que beberéis mi copa. Pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mis manos concederlo. Será para quienes mi Padre lo tenga dispuesto.”

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Adonde yo te envíe, irás

Jer 1,1.4-10

Palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín. Recibí esta palabra del Señor: “Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.”
Yo repuse: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.”
El Señor me contestó: “No digas: ‘Soy un muchacho’, que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte.” Oráculo del Señor. El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: “Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar.”
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