Quien conozca mis meditaciones diarias, notará que procuro ofrecer una ayuda para profundizar en el camino de seguimiento de Cristo, basándome en la Sagrada Escritura y en la auténtica doctrina de la Iglesia. En ocasiones, interrumpo el ritmo habitual de las meditaciones bíblicas para abordar en forma de “serie” algún tema que considero importante. De esta manera, se pueden tratar más a profundidad ciertos temas relacionados con la vida espiritual.
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SERIE SOBRE LA ORACIÓN: La oración del corazón (Parte III)
Quien se haya adentrado en la oración del corazón por un buen tiempo y la practique con regularidad, podrá experimentar la dicha de que esta oración realmente se hace presente en el corazón. Se nos vuelve fácil retirarnos a esa “celda interior” que se ha formado gracias a la oración, precisamente en aquellos momentos en que el ruido estorba y estamos más expuesto al peligro de la dispersión. Pero aun si nuestro entorno no es tan ruidoso, nos retiraremos gustosamente a esta “celda interior”, para allí estar a solas con el Señor. Con el paso del tiempo, se nos convierte en algo natural. Por supuesto que, para llegar ahí, habrá que seguir los impulsos de la gracia y cultivar la oración interior. Así, llega a ser un buen hábito espiritual el de retirarnos gustosamente a la oración, hallando, a través de ella, nuestro hogar en el Señor.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: “La oración del corazón” (Parte II)
La oración del corazón –u oración de Jesús– requiere una cierta preparación. En este sentido, escuchemos nuevamente al metropolita Serafim Joanta:
“Las disposiciones para la oración de Jesús son, al igual que para cualquier otra oración, las siguientes: Estar en paz con el prójimo, liberarse de excesivas preocupaciones, una cierta disposición del alma, un lugar tranquilo… Nadie puede rezar una oración pura –esto es, una oración que no esté empañada por pensamientos extraños, por impresiones externas de los sentidos y recuerdos– mientras no esté en paz con el prójimo. La falta de perdón y la permanencia en la discordia nos llenan de fuerzas negativas que enturbian el corazón. Lo mismo sucede con el exceso de preocupaciones.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: “La oración del corazón” (Parte I)
El que quiera enriquecer e intensificar su vida de oración, encontrará una práctica muy valiosa en la tradición de la Iglesia oriental: Es la así llamada “oración del corazón” u “oración de Jesús”.
Para no dar lugar a malos entendidos, vale aclarar que esta forma de oración hace parte del rico tesoro de la Iglesia Universal, si bien es practicada sobre todo por los fieles de la ortodoxia. No es, de ninguna manera, una práctica ajena que provenga de las formas de meditación de otras religiones orientales; sino que es genuinamente cristiana. Actualmente se está introduciendo también cada vez más en la Iglesia católica romana. En efecto, la oración del corazón puede responder de forma fructífera a nuestro anhelo de silencio y recogimiento.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: El Santo Rosario
Después de haber reflexionado sobre los padecimientos de la oración y sobre la Adoración eucarística, dirijámonos ahora a las diversas formas de oración. A pesar de que la oración es, en sí misma, algo sencillo, no siempre nos resulta fácil orar, y menos orar bien. También esto es un arte, y para aprenderlo conviene estudiar las variadas formas y métodos de oración que existen, y, sobre todo, practicar fervorosamente la oración como tal. Una oración bastante difundida y querida en nuestra Iglesia Católica, sobre todo en ciertos círculos, es el Santo Rosario. En muchas de sus apariciones auténticas, la Virgen María nos dice cuán importante es para ella el rezo del Rosario. Por eso vale la pena dedicarle esta meditación a esta valiosa oración.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: La Adoración Eucarística (Parte II)
La adoración eucarística y la sanación interior
Los hombres en general –y también nosotros, los fieles– solemos estar heridos en nuestro interior, porque no hemos recibido el suficiente amor o hemos experimentado un abuso de nuestro amor. En consecuencia, pueden surgir graves deficiencias en el alma, y el ámbito afectivo puede sufrir un trastorno tal, que estas personas muy heridas podrían llegar a cerrarse interiormente.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: La Adoración Eucarística (Parte I)
El permanecer en silencio ante el Señor Sacramentado, ya sea el Santísimo expuesto o en el Sagrario, tiene un gran efecto en la profundización de la oración. Por eso, en el marco de estas meditaciones sobre el tema de la oración, conviene que dediquemos dos días específicamente a la Adoración Eucarística.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: Padecimientos en la oración (Parte II)
La oración es una de las glorias que podemos gozar ya en esta vida, pues es una escalera por la cual Dios desciende a nosotros y nosotros ascendemos a Él. Sin embargo, ni siquiera en nuestra vida de oración estamos exentos de los esfuerzos que corresponden a nuestra existencia terrenal y tenemos que soportar todo tipo de perturbaciones. Pero Dios, en su sabiduría, se vale de todo ello.
Ayer habíamos empezado a hablar sobre los así llamados “padecimientos en la oración”, entre los cuales habíamos mencionado las distracciones y la sequedad en los sentimientos. Hoy queremos continuar con algunos otros…
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: Padecimientos en la oración (Parte I)
Quien emprenda seriamente una vida de oración –es decir, que no sólo ore ocasionalmente o cuando esté pasando una gran angustia– se dará cuenta de que no siempre es un camino fácil; sino que hay padecimientos que pueden hacer que la oración incluso se nos vuelva fatigosa. Por tanto, tendremos que luchar contra la pereza de nuestra naturaleza humana, atravesar procesos de purificación y, por supuesto, confrontarnos con diversas tentaciones, que quieren desanimarnos. Incluso puede llegar hasta el punto de que nos quieran hacer dudar del sentido de la oración, porque parecería que Dios no la escucha y a nosotros mismos tampoco nos trae ninguna satisfacción. Así, el alma está en peligro de tirar la toalla y abandonar ese “fatigoso” trato con Dios.
SERIE SOBRE LA ORACIÓN: “Preparación para la oración”
La mejor preparación para la oración, que al mismo tiempo es su fruto, es el enfoque de nuestra vida en Dios. Esto significa, en primera instancia, vivir en estado de gracia; es decir, en conformidad con la voluntad divina.
Sólo bajo esta condición la oración podrá ser profundamente eficaz y Dios podrá penetrar en nuestro corazón. Nosotros, por nuestra parte, nos volveremos cada vez más capaces de escuchar a Dios, de entenderlo y buscarloentrañablemente. No habrá que empezar cada vez quitando obstáculos fundamentales, que impiden el intercambio con Dios.