A lo largo de los últimos meses, hemos recorrido sistemáticamente el Evangelio de San Juan, los Hechos de los Apóstoles y la Carta a los Romanos. A partir de hoy, retomo las meditaciones sobre la lectura o el evangelio del día. En los últimos años ya he meditado una gran parte de las lecturas diarias, por lo que a veces recurriré a reflexiones de años pasados. Ocasionalmente, también tomaré las lecturas según el calendario tradicional, es decir, las que se leen en la Misa Tridentina.
Mt 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos. Vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Se pusieron a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?” Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Los demonios le suplicaron: “Si nos echas, mándanos a la piara de puercos.” Jesús les dijo: “Podéis ir.” Ellos salieron y se fueron a los puercos. De pronto toda la piara se arrojó al mar de lo alto del cantil, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron y, al llegar a la ciudad, lo contaron todo, también lo de los endemoniados. Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en cuanto le vieron, le rogaron que se retirase de su territorio.
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