“Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia” (Prov 3,5).
¡Cuán fácilmente tendemos a buscar nuestra seguridad en nosotros mismos o en las cosas pasajeras! Sobre todo si tenemos dotes intelectuales, creemos que podemos superarlo todo con la inteligencia humana. No obstante, precisamente esto es una gran necedad.