LOS PENSAMIENTOS DE DIOS

“¡Qué incomparables encuentro tus pensamientos, 
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.”
(Sal 138,17-18)

 ¿Podemos conocer los pensamientos de Dios?

Sí, porque el Padre se comunica a sus amigos y confidentes. Si leemos la Sagrada Escritura, podemos llegar a entenderla como una carta de Dios para toda la humanidad. El Padre no nos ha prometido hacernos omniscientes. En efecto, ¿por qué habríamos de ambicionar serlo? Nadie puede abarcar el conjunto de sus pensamientos, y tampoco es esencial saberlo todo.

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Alegría en el sufrimiento

NOTA: Por un error, hemos tomado hoy la lectura correspondiente al año impar. Sin embargo, ésta nos permite meditar sobre un tema muy importante para la vida cristiana, que ciertamente será provechoso para muchos.

Col 1,24–2,3

Hermanos: ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi cuerpo lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia. De ella he sido yo constituido servidor por disposición divina, dada en favor vuestro: para cumplir el encargo de anunciar la palabra de Dios, es decir, el misterio que estuvo escondido durante siglos y generaciones y que ahora ha sido manifestado a sus santos.

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EL CRISOL DEL AMOR DIVINO

“Yo mismo vengo a traer el fuego ardiente de la Ley del amor, para así derretir y destruir la enorme capa de hielo que envuelve a la humanidad.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando el Señor vuelva, ¿encontrará fe sobre la tierra? (Lc18,8)
Siendo realistas, hay que admitir que el panorama se ve sombrío. Cuando miramos a nuestro alrededor, tenemos que constatar que la fe y, en consecuencia, la relación viva del hombre con Dios está a punto de extinguirse. Lamentablemente, hay que hablar incluso de apostasía… ¡Una situación desesperada!

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Salvados por la sabiduría

Sab 9,13-18

 ¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién puede considerar lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma y la tienda terrenal abruma la mente reflexiva.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto?

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Investidos por misericordia al servicio de Dios

2Cor 4,1-2.5-7

Lectura correspondiente a la memoria de San Gregorio Magno

Hermanos: Investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no desfallecemos. Antes bien, nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios. Por el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana.

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LA VERDADERA LIBERTAD

 “Nunca estaréis en la verdadera libertad ni en la verdadera felicidad, mientras no me reconozcáis como Padre y os sometáis a mi yugo, para ser verdaderos hijos de Dios, vuestro Padre.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando pensamos poder hallar la libertad y la felicidad fuera de los santos Mandamientos de Dios, nos encontramos en el mayor engaño. Es el engaño de Lucifer, que hace creer a las personas que pueden determinar por sí mismas su vida conforme a sus propias ideas y que entonces todo saldrá bien. ¡Lo que sucede es todo lo contrario!

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YO OS INUNDO CON MI AMOR

“[Al recibir la Sagrada Hostia] Yo os inundo con mi amor. Entonces, sólo tenéis que pedirme las virtudes y la perfección que necesitáis, y podéis estar seguros de que, en estos momentos en que Dios reposa en el corazón de su criatura, nada os será negado.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

 Nuestro Padre Celestial nos invita a que, tras haber recibido la Santa Comunión, le pidamos todo aquello que nos sirva en el camino de la santidad. Cuando recibimos dignamente la Santa Eucaristía, Dios está incomparablemente cerca de nosotros y nos inunda con su amor. Nosotros, por nuestra parte, hemos de estar en la mejor disposición para acoger las gracias del Señor. Nosotros, los hombres, somos receptivos. Aunque generalmente acostumbramos ser muy activos y creativos –lo que, sin duda, es algo bueno–, hemos de entender que el amor de Dios se nos comunica inmerecidamente (aquí el Padre nos dice: “Os inundo con mi amor”) y que nosotros debemos acogerlo.

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Mi Juez es el Señor

1Cor 4,1-5

Que la gente nos tenga por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se exige de los administradores es que sean fieles. Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. ¡Ni yo mismo me juzgo! Cierto que mi conciencia nada me reprocha, pero eso no significa que carezca de culpa. Mi juez es el Señor.

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BUSCAD ALMAS

“Buscad almas que luchen desinteresadamente por Mi gloria y honor, y que de buena gana me den este lugar de reposo.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando le hemos abierto las puertas de nuestro corazón al Padre Celestial y Él se nos dona, cuando empezamos a disfrutar la dicha de la comunión íntima con Él, entonces nuestro Padre dirige nuestra mirada a las otras personas, pues también ellas están llamadas a tener parte en esta inefable gracia de vivir como verdaderos hijos de Dios.

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¡Que nadie se engañe!

1Cor 3,18-23

 ¡Que nadie se engañe! Si alguno de vosotros se cree sabio según los criterios de este mundo, mejor es que se vuelva necio, para llegar a ser sabio. Pensad que, para Dios, la sabiduría de este mundo no es más que necedad. En efecto, dice la Escritura: “El que enreda a los sabios en su propia astucia.” Y también: “El Señor conoce cuán vanos son los pensamientos de los sabios”.

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