“CONFÍA EN MÍ SIN LÍMITES”

“Hijo mío, Yo soy tu Padre. Confía en mí sin límites, porque te amo, y amo especialmente a aquellos que quieren asemejarse a mi Hijo” (Palabra interior).

Nuestro Padre Celestial nos invita a una confianza sin límites.

Confiar sin límites significa abandonarnos a Dios con toda nuestra existencia, sabiendo que nunca será un error confiar así en Él. Es evidente que el Padre se complace sobremanera en esta confianza, porque entonces nos tomamos en serio su amor y abrimos las puertas para que Él pueda concedérnoslo. Por supuesto que la confianza no es ligereza o temeridad; sino la entrega del corazón.

leer más

EL ROSTRO DE JESÚS

Hoy quiero compartiros un extracto de una palabra interior que recibí en oración en el año 1984.

“Buscad mi Rostro y permaneced en silencio ante él, para que pueda penetraros. Mi Rostro vuelve a dar un rostro a este mundo. Ha de atravesar las tinieblas e imprimir mis rasgos en el mundo. Buscad mi Rostro amoroso, sufriente y santo.

leer más

La mirada de Jesús al Padre

Hoy cerramos la serie de meditaciones sobre el Espíritu Santo que nos han acompañado a lo largo de las últimas semanas. A partir de mañana, retomaremos nuestras habituales meditaciones bíblicas, basadas normalmente en la lectura o el evangelio del día. Como transición, quisiera aprovechar la meditación de hoy para hablaros sobre algo que llevo en el corazón.

leer más

“NO TENDRÉ QUE AVERGONZARME”

“De tus preceptos hablaré ante los reyes, y no tendré que avergonzarme” (Sal 118,46).

¿Podemos hacernos eco de esta afirmación del salmista? ¿Tenemos la valentía de hablar públicamente de nuestra fe, profesándola tal como es? ¿O será que ya nos hemos dejado intimidar por el espíritu cada vez más anticristiano de este mundo, que, de ser posible, quisiera desterrar por completo el testimonio cristiano? ¿Qué sucedería si fuéramos llevados ante las autoridades civiles, ante los “reyes” de este mundo? ¿Será que perderíamos el valor?

leer más

“Mi amigo divino” (Parte III)

Lo que aún tengo por deciros es que mi Amigo “manda su luz desde el cielo” y rasga la oscura noche. Eso fue también lo que hizo por mí. Su luz radiante iluminó mi vida y me condujo a Jesús, nuestro Salvador. ¡Nunca podré agradecérselo lo suficiente!

Pero Él no se contenta con iluminarme y guiarme a la salvación a mí, que soy un pobre hombre. Él irradia su luz a este mundo para que todos los hombres reconozcan al Mesías que el Padre Celestial nos envió.

leer más

“ESCUCHA, PUEBLO MÍO”


“Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases Israel!  No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero” (Sal 80,9-10).

Estas palabras de nuestro Padre no son menos importantes para nosotros hoy que en su tiempo para el Pueblo de Israel. Si obedecemos a nuestro Padre, su Espíritu puede modelar fácilmente nuestra vida, porque el Señor quiere llegar a la unión de corazones con nosotros. Para ello, el prerrequisito indispensable es que le escuchemos y obedezcamos.

leer más

Mi amigo divino (Parte II)

Mi Amigo divino no viene a morar en mí sólo cuando ya he ordenado impecablemente mi casa interior. Antes bien, si se lo pido, Él mismo me ayuda en ello. Él no se arredra ante nada; sino que está dispuesto a mostrarme los rincones sucios que yo ni siquiera sería capaz de descubrir, y Él mismo se pone manos a la obra, pero siempre con una amabilidad encantadora y con gran perseverancia. Y es que Él quiere permanecer para siempre en mi alma y prepararla para la eternidad. Allí estará firme para siempre y nunca más podrá descarrilarse.

leer más

“NO TEMAS A LOS HOMBRES MORTALES” 

“Yo soy tu consolador. ¿Quién eres tú, que tienes miedo del mortal y del hijo del hombre, al heno equiparado?” (Is 51,12).

Nuestro Padre nos invita a centrar toda nuestra atención en Él, tomando consciencia de su presencia una y otra vez. Nuestro olvido y descuido hacen que, en determinadas situaciones de la vida, no pensemos en Él. Así sucede que fácilmente dejamos que las circunstancias nos determinen, y que incluso lleguen a dominarnos.

leer más

“Mi amigo divino” (Parte I)

Quiero hablaros de mi Amigo divino, porque Él es tan bueno conmigo que realmente tengo que compartirlo con vosotros. No es que piense que vosotros no lo conocéis y que es exclusivamente Amigo mío. ¡Por supuesto que no! Pero, si os hablo de Él, tal vez lo conozcáis un poco mejor. En efecto, cuanto más escuchemos hablar de Él y cuanto más tiempo pasemos con Él, mejor lo conoceremos.

leer más