Pecado y perdón

Lc 17,1-6

Dijo Jesús a sus discípulos: “Es imposible que no haya escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vinieren! Le iría mejor si le pusieran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Andad, pues, con cuidado. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás.” Dijeron los apóstoles al Señor: “Auméntanos la fe.” El Señor respondió: “Si tuvierais una fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido.”

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La sabiduría

Sab 6,12-16

La Sabiduría es luz y no se opaca; se muestra con gusto a los que la aman, se deja encontrar por los que la aman. Sale al encuentro de los que la quieren conocer; el que por ella se levantó temprano, casi no tendrá que esforzarse: la hallará sentada a su puerta. Apasionarse por ella es la mejor de las ambiciones, el que trasnocha a causa de ella estará pronto sin preocupaciones. Ella misma sale en busca de los que son dignos de ella; se muestra con benevolencia en sus caminos, sale a su encuentro en todos sus pensamientos.

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“EL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SE SALVARÁ” 

“Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” ­–atestigua la Sagrada Escritura (Rom 10,13).

Tal vez no siempre entendemos inmediatamente que sea tan fácil salvarse… En efecto, conocemos también aquellas otras afirmaciones de la Escritura sobre el camino angosto que conduce a la vida eterna y la puerta amplia que lleva a la perdición, y el Señor advierte que “son muchos los que entran por ella” (Mt 7,13).

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Desapego del dinero

Lc 16,9-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo insignificante, también lo es en lo importante. Entonces, si no fuisteis fieles con el dinero injusto, ¿quién os confiará el verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro.

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Animar y corregir

Rom 15,14-21

Hermanos míos, estoy convencido de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de todo conocimiento y capacitados también para amonestaros unos a otros. Sin embargo, en algunos pasajes de esta carta os he escrito con cierto atrevimiento, para reavivar vuestra memoria. Pero lo he hecho en virtud de la misión que Dios me ha confiado: ser para los gentiles ministro de Cristo Jesús, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para hacer de los gentiles una ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. Tengo motivos, pues, para sentirme orgulloso ante Dios en nombre de Cristo Jesús. Pues no me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya realizado por medio de mí para conseguir que los gentiles reconozcan a Dios.

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Hoy ha llegado la salvación a esta casa

Lc 19,1-10

En aquel tiempo, entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico. Intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa.”

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