Ven, Espíritu Santo, ilumínanos, pues Tú eres la luz que esclarece nuestra oscuridad. Aparta de nosotros toda ceguera espiritual, para que podamos reconocerte mejor y sepamos percibir la realidad a tu luz. Y es que hay una gran diferencia entre ver la realidad simplemente en su dimensión natural, o saber reconocer tu obra en todo.
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“QUIERO QUE ESTÉN CONMIGO”
“Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo los que Tú me has confiado” (Jn 17,24a).
En estas palabras, Jesús expresa a plenitud su amor por nosotros. Él quiere tenernos para siempre consigo. A ningún mejor lugar podría llevarnos que a su Reino eterno, en comunión con el Padre Celestial, el Espíritu Santo y todos aquellos cuyo corazón pertenece a Dios.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo (8/14): “La paz”
Amado Espíritu Santo, uno de tus maravillosos frutos es la paz. Es una paz que el mundo no puede dar (cf. Jn 14,27), pero tampoco puede arrebatar. Se trata, entonces, de una paz distinta a la que usualmente conocemos; una paz que permanece.
“RECONOCER A DIOS COMO PADRE”
“En mi bondad paternal os lo daré todo, siempre y cuando me reconozcáis como vuestro verdadero Padre” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Nuestro Padre puede y quiere darnos todo; dársenos Él mismo junto con todo lo que necesitamos para nuestra vida natural y sobrenatural; darnos alegría en la vida presente y dicha incesante en la eternidad. Y la condición que nos pone para recibir todo ello es muy fácil pero indispensable: es necesario que lo reconozcamos como nuestro Padre.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo (7/14): “La amabilidad”
Espíritu Santo, de ti se dice que eres un espíritu amable y amante de los hombres, y uno de los frutos que Tú haces crecer en las almas es precisamente la amabilidad.
EL NOMBRE DE JESÚS
“Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Jn 17,11b).
El Nombre de Jesús…
¡Cuán fuerte resuena en el corazón!
Su Nombre puede y debe convertirse en el gran amor de nuestra vida.
Fue el Padre quien le dio “el Nombre que está sobre todo nombre” (Fil 2,9) y “no hay ningún otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres, por el que tengamos que ser salvados” (Hch 4,12).
Es el Padre quien nos preserva en el Nombre de su Hijo.
Si morimos con el Nombre de Jesús en los labios, viviremos para la eternidad.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo (6/14): “La alegría”
Amado Espíritu Santo, uno de los más bellos frutos que Tú haces crecer en nosotros es la alegría. Es aquella alegría que, al igual que el amor, hace que todo sea más fácil y vence el peso que tantas veces trae consigo la vida; una alegría que es espiritualmente contagiosa, y puede darle un rayo de luz y algo de consuelo a la otra persona, siempre y cuando ella no se cierre.
“SALÍ DEL PADRE”
“Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y voy al Padre” (Jn 16,28).
Esta es la realidad de nuestro Señor Jesús, que todo lo abarca. El Señor procede del Padre, cumple su misión en el mundo y vuelve al Padre. Todo se orienta al Padre; todas las palabras que Jesús pronuncia, todas sus obras, todo es un testimonio vivo del amor del Padre por el Hijo y por nosotros, así como también del amor del Hijo por el Padre y por nosotros, los hombres.
Meditaciones sobre el Espíritu Santo (5/14): “La Ascensión del Señor a los cielos”
Amado Jesús, ¡qué alegría habrá sido para ti volver al Padre después de haber consumado tu obra! Por un breve tiempo fuiste hecho inferior a los ángeles (cf. Hb 2,9), pero ahora vuelves a la gloria en plenitud, con la cual retornarás al Final de los Tiempos.
“EL PADRE MISMO OS AMA PORQUE ME HABÉIS AMADO”
“Ese día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, ya que el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios” (Jn 16,26-27).
Jesús nos ha concedido un acceso directo a nuestro amado Padre, y nadie va al Padre sino a través de Él (Jn 14,6).