“Jesús le dijo a Pedro: ‘Envaina tu espada. ¿Acaso no voy a beber el cáliz que el Padre me ha dado?’” (Jn 18,11).
¿Acaso no podemos comprender la reacción de Pedro? En el huerto de Getsemaní, tuvo que ver con sus propios ojos cómo apresaban a su amado Maestro. ¿No debería defenderlo? ¿No estaría demostrándole así a Jesús su amor, su fidelidad y también su valentía?