“Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Jn 17,11b).
El Nombre de Jesús…
¡Cuán fuerte resuena en el corazón!
Su Nombre puede y debe convertirse en el gran amor de nuestra vida.
Fue el Padre quien le dio “el Nombre que está sobre todo nombre” (Fil 2,9) y “no hay ningún otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres, por el que tengamos que ser salvados” (Hch 4,12).
Es el Padre quien nos preserva en el Nombre de su Hijo.
Si morimos con el Nombre de Jesús en los labios, viviremos para la eternidad.