“Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y voy al Padre” (Jn 16,28).
Esta es la realidad de nuestro Señor Jesús, que todo lo abarca. El Señor procede del Padre, cumple su misión en el mundo y vuelve al Padre. Todo se orienta al Padre; todas las palabras que Jesús pronuncia, todas sus obras, todo es un testimonio vivo del amor del Padre por el Hijo y por nosotros, así como también del amor del Hijo por el Padre y por nosotros, los hombres.