“Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16b).
Ya sea que se exprese en la contemplación, en la meditación o en las obras, el camino regio es el amor. Si permanecemos en el amor, el Padre permanece en nosotros. Y este camino podemos recorrerlo en todo momento y en cualquier circunstancia: siempre podemos intentar optar por el mayor amor.