EL AMOR DE DIOS NO SE EXTINGUE 

“Cuando Israel era niño yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaba, tanto más se alejaban de mí. Seguían sacrificando a los Baales y quemando incienso a los ídolos.” (Os 11,1-2) 

Éste es el drama que nuestro Padre experimenta tan a menudo. Se extiende a lo largo de toda la historia humana, y resulta particularmente doloroso cuando es el Pueblo de Israel quien lo protagoniza. Los versículos que siguen a este pasaje del Profeta Oseas nos muestran con cuánta ternura Dios llama a los suyos y cómo está siempre dispuesto a perdonarlos. Pero con dolor tiene que constatar que cuanto más lo llama y le muestra su amor, tanto más su Pueblo se aleja de Él, ofendiéndolo con sus aberraciones.

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