“Señor, tú me sondeas y me conoces” (Sal 139,1)
Nadie más que Dios conoce el corazón del hombre en su mayor profundidad. Nadie puede siquiera sondear a fondo su propio corazón, si no le es revelado en la luz del Espíritu de Dios.
“Señor, tú me sondeas y me conoces” (Sal 139,1)
Nadie más que Dios conoce el corazón del hombre en su mayor profundidad. Nadie puede siquiera sondear a fondo su propio corazón, si no le es revelado en la luz del Espíritu de Dios.
Empecemos hoy hablando un poco sobre la “oración de recogimiento”, que es capaz de conducirnos a la “antesala” de la contemplación, de manera que es la parte que nosotros podemos aportar para que el Señor encuentre el terreno preparado y pueda concedernos la oración contemplativa, si Él lo quiere.