EL CAMINO REGIO

“Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16b).

Ya sea que se exprese en la contemplación, en la meditación o en las obras, el camino regio es el amor. Si permanecemos en el amor, el Padre permanece en nosotros. Y este camino podemos recorrerlo en todo momento y en cualquier circunstancia: siempre podemos intentar optar por el mayor amor.

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Los dones del Espíritu Santo: El don de consejo

“Habla, Señor; tu siervo escucha.” (1Sam 3,9)

El Espíritu Santo nos recuerda todo lo que Jesús dijo e hizo (cf. Jn 14,26). Él habita en nosotros y nos enseña qué hacer en las situaciones concretas de nuestra vida. Gracias al don de consejo, llegamos a ser capaces de percibir en nuestro interior la silenciosa voz del Espíritu Santo y a distinguirla de otras voces. Sin embargo, esto requiere la capacidad del silencio interior y estar dispuestos a sustraerse del bullicio y del caos de tantas diversas opiniones y puntos de vista, ya sea fuera como dentro de nosotros.

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EL SEÑOR ES MI PASTOR

“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 23,1).

Para dársenos a entender, nuestro Señor nos habla con comparaciones que conocemos de nuestra vida humana. La imagen del Buen Pastor que, en su actitud vigilante, no pierde de vista el rebaño que le ha sido encomendado, quiere transmitirnos cómo el Señor vela sobre los suyos.

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Los dones del Espíritu Santo: El don de piedad

“El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios” (Rom 8,16)

El don de piedad nos lleva a adherirnos a Dios con amor filial, no queriendo ofenderlo de ninguna manera.

El espíritu de piedad toca y vivifica nuestra vida espiritual con un nuevo brillo, suave y delicado. Bajo su influjo, la relación con Dios y con el prójimo alcanzará otro nivel de amor. La piedad quiere conquistar el corazón de Dios, a quien reconoce como amantísimo Padre.

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“MI LUZ AHUYENTA TODA OSCURIDAD” 

Mi luz ahuyenta toda oscuridad, hasta el punto de que te duela haber tenido aún el más mínimo pensamiento equivocado(Palabra interior).

Dios es luz y no hay en Él sombra alguna (1Jn 1,5). Nuestro Padre es el amor (1Jn 4,8b). Cuando el amor se derrama en nuestros corazones y nosotros nos dejamos mover por él, no podrá subsistir nada que se oponga a este amor. Así es como tiene lugar la purificación del corazón.

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“CON MI DIOS ASALTO LA MURALLA” 

“Fiado en ti, fuerzo el cerco,
con mi Dios asalto la muralla”
(Sal 17,30).

Nuestro Padre nos da la valentía de hacer grandes cosas con Él. No pocas veces se levantan “cercos y murallas” en el camino de seguimiento del Señor, que quieren desanimarnos: obstáculos que parecen insuperables, una dificultad tras otra, contrariedades y quizá incluso enemistades concretas.

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