El vicio espiritual más difícil de vencer es, sin duda, la soberbia. Hace falta una lucha constante y una gracia fuerte de Dios para huir del orgullo y vivir en aquella humildad que lo contrarresta y debilita decisivamente.
Juan Casiano describe a la soberbia en estos términos: “Es una bestia cruel, que ataca encarnizadamente aun a los perfectos y puede herir con veneno mortal a los que están cerca de la perfección.”