AMORIS LAETITIA: PREGUNTA DELICADA PERO DETERMINANTE (Parte II)

La voz profética de los cuatro cardenales fue desoída

Fueron cuatro cardenales -Cardenal Meisner, Cardenal Brandmüller, Cardenal Caffarra y Cardenal Burke- quienes se sintieron llamados a pedir clarificación sobre algunos puntos de la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Por eso, dirigieron al Papa cinco preguntas, que él debía responder con “sí” o “no”, lo cual es un procedimiento habitual en la Iglesia. Los cuatro cardenales explicaron su motivación en un escrito:

Hemos constatado un grave desconcierto en muchos fieles y una gran confusión respecto a cuestiones muy importantes para la vida de la Iglesia. Hemos notado que también dentro del colegio episcopal se dan interpretaciones contradictorias del capítulo octavo de «Amoris laetitia». La gran Tradición de la Iglesia nos enseña que el camino de salida para situaciones como ésta es recurrir al Santo Padre, pidiendo a la Sede Apostólica que resuelva esas dudas que son causa de desconcierto y confusión.

En las preguntas formuladas por los cardenales se tocaban precisamente aquellos puntos que inquietaban a católicos fieles a la doctrina, porque no podían ver su coherencia con el Magisterio precedente de la Iglesia.

Las Dubia no fueron respondidas

Lamentablemente, hasta el día de hoy no hubo respuesta para las Dubia, y el Papa tampoco concedió a estos cardenales la audiencia que le habían solicitado para presentarle personalmente sus preocupaciones.

Esto acrecentó la inquietud entre los católicos, porque las preguntas no hallaron respuesta y las dudas no fueron resueltas.

Hubo otras voces más que se alzaron, cuestionando la enseñanza de Amoris Laetitia. Teólogos y otros fieles se dirigieron también al Papa, solicitando una intervención clara que resolviera las afirmaciones ambigüas. Se recopilaron firmas y se las envió al Vaticano… Pero el Papa Francisco no correspondió directamente a las solicitudes de los fieles.

Mientras tanto, dos de los así llamados “cardenales de la Dubia” fallecieron: Meisner y Caffarra.

La ausencia de respuesta a las Dubia pesa gravemente sobre este Pontificado, porque son los cardenales, como consejeros del Papa, quienes tienen que elevar su voz cuando vean decisiones y doctrinas erradas. A los cuatro cardenales se les echó en cara el haber hecho públicas sus dudas y no haber resuelto la problemática a nivel interno. Pero ellos las hicieron públicas recién cuando, dos meses después de haberle escrito al Papa, no habían obtenido aún respuesta alguna. Estaban convencidos de que este asunto es muy grave y representa un peligro para la Iglesia y para las almas. Por esta razón, y por las muchas inquietudes que les habían sido dirigido al respecto, decidieron informar a los fieles.

Las dos citas que siguen justifican este su servicio profético a la Iglesia:

La misma solicitud por la Iglesia universal empujará al Obispo a presentar al Papa consejos, observaciones y sugerencias, a señalar peligros para la Iglesia, ocasiones para iniciativas u otras indicaciones útiles: de ese modo, presta un inestimable servicio al ministerio primacial y una segura contribución a la eficacia del gobierno universal. (Directorio para el ministerio pastoral de los obispos “Apostolorum Successores, n. 13).

Hay que tener en cuenta, no obstante, que en el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deberían ser reprendidos incluso públicamente por sus súbditos. Por eso San Pablo, siendo súbdito de San Pedro, le reprendió en público a causa del peligro inminente de escándalo en la fe. Y como dice la Glosa de San Agustín: Pedro mismo dio a los mayores ejemplo de que, en el caso de apartarse del camino recto, no desdeñen verse corregidos hasta por los inferiores. (Suma teológica – Parte II-IIae – Cuestión 33, Art. 4)

El texto completo de las “Dubia”, así como la carta y la explicación que las acompañan, pueden leerse bajo la siguiente liga: https://es-baltalelija.blogspot.com/p/1.html

En resumidas cuentas, se puede decir que con Amoris Laetitia se abadonó el camino seguro de la Iglesia, en el cual se parte de la verdad objetiva para encontrar los métodos pastorales apropiados. Con toda la comprensión que se pueda tener para con las personas afectadas que se encuentran en una situación como la que aquí está en cuestión, deben tenerse en cuenta las siguientes palabras del Papa Benedicto XVI, que nos dan una auténtica directriz:

Puede suceder que, en ocasiones, la caridad pastoral se vea restringida por actitudes que quieren ser comprensivas con las personas. Tales actitudes parecen ser pastorales, pero en realidad no corresponden al bien de las personas ni de la comunidad eclesial. Puesto que evaden la confrontación a la verdad que salva, pueden incluso resultar contraproducentes para el encuentro salvífico de cada uno con Cristo. Lamentablemente, hoy tenemos que constatar que a veces esta verdad está obnubilada en la conciencia de los cristianos y de las personas de buena voluntad. Precisamente por esta razón es engañosa la ayuda que se ofrece a los cónyuges en dificultad, sean fieles católicos o no cristianos, cuando, aunque sea sólo implícitamente, se refuerce en ellos la tendencia a olvidar la indisolubilidad de su matrimonio. Un acompañamiento básico y necesario por parte de la Iglesia es la formación de la consciencia, dándole claridad conforme a la Palabra de Dios en la doctrina y la praxis.

¿Es que el Papa se contradice a sí mismo?

Aún en el año 2004, en el marco de un Congreso, el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Bergoglio, respaldó firmemente la verdad vinculante que está contenida y reafirmada en el documento “Veritatis Splendor”.

En aquel entonces (2004) el actual Papa dijo, entre otras cosas:

“Sólo una moral que reconozca sin excepción alguna normas que son siempre y para toda persona vinculantes, puede asegurar  la base ética de la convivencia a nivel nacional e internacional.”

Expresó además que la comprensión de la debilidad humana “nunca puede significar una transigencia y distorsión del criterio del bien y del mal; como si se la quisiera adaptar a las situaciones de vida de las personas y de grupos de personas”.

También calificó de «grave tentación» el pensar que es imposible para una persona pecaminosa obedecer a la Ley santa de Dios y «querer decidir por sí misma lo que es bueno y lo que es malo».

Hoy, en el año 2019, el Papa Francisco responde lo siguiente a la pregunta de un periodista, acerca de cómo deberían los pastores católicos tratar a los divorciados vueltos a casar:

“Podría responderte de dos maneras: de manera casuística, que sin embargo no es cristiana, incluso si puede ser eclesiástica; o según el Magisterio de la Iglesia como en el capítulo octavo de Amoris Laetitia”. -dijo el Papa. Se trataría de recorrer un camino de acompañamiento para «encontrar soluciones en las decisiones espirituales».

No se puede pasar por alto la contradicción entre tales afirmaciones, y para un católico creyente no es comprensible que un camino que es eclesial pueda al mismo tiempo no ser cristiano, si está de acuerdo con el evangelio y la auténtica doctrina de la Iglesia.

Amoris Laetitia, al desviarse del camino previo de la Iglesia, representa una seria intervención en la estructura de la vida de la Iglesia.

En vista a la presión que ya se está ejerciendo para que este “nuevo camino” sea reconocido y practicado, tiene que formarse una resistencia, ya que no se puede aceptar un camino que se vea que es errado. Esto cuenta especialmente para los sacerdotes, que podrían ser forzados por sus obispos a seguir el “nuevo camino” y contribuir así a la confusión.

Para cerrar esta segunda parte, conviene dejar en claro lo que nos dice la doctrina vinculante de la Iglesia, conforme a este extracto de Familiaris Consortio (n. 84):

“La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura, reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.”

En la última parte de este texto sobre Amoris Laetitia, tendremos que terminar analizando las consecuencias que este nuevo camino trae consigo.