PARTÍCIPES DEL PODER Y LA GLORIA DEL PADRE

“Haced (…) lo que yo deseo, honrándome con un culto especial, tal como ya os lo he dicho. Que esto os haga comprender que quiero daros mucho y haceros participar en gran medida de mi poder y de mi gloria” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

El culto especial que el Padre pide es, a grandes rasgos, una Fiesta litúrgica en su honor que ha de establecerse en la Iglesia y luego en el mundo entero. Aún no ha tenido lugar su instauración oficial, pero lo que sí ha surgido, al menos a nivel privado, es un Oficio a Dios Padre, que efectivamente también corresponde a uno de los deseos que Él expresa en este contexto. Por tanto, podemos esperar que las palabras del Mensaje que hoy escuchamos podrán aplicarse, al menos parcialmente, si correspondemos a su deseo de ser conocido, amado y honrado, también a través del Oficio litúrgico, aunque todavía se lo practique sólo en un círculo pequeño.

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La virtud de la prudencia

“Porque es el Señor quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia” (Prov 2,6).

La virtud de la prudencia suele considerarse como la “auriga virtutum”; es decir, la moderadora o conductora de las otras virtudes, porque ella nos ayuda a aplicar la virtud que corresponda en las circunstancias dadas, de forma sabia y sensata. Con ella aprendemos a discernir debidamente las cosas, y nos enseña a dar la respuesta correcta en cada situación.

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