EL AMOR CRECE

“Cuanto más respondáis a mi amor, tanto más amor recibiréis” (Palabra interior).

Es propio del amor ensancharse tanto más cuanto más espacio se le dé. Por tanto, cuanto más acojamos en nuestro interior el amor de nuestro Padre, cuanto más lo busquemos, tanto más podrá Él comunicársenos.

Tengamos presente que el amor de Dios es ilimitado, mientras que nuestra capacidad de amar es limitada. Cuando nuestro Padre pone su morada en nosotros, Él ilumina y calienta nuestro corazón con la fuerza del Espíritu Santo. Si nos dejamos guiar por esta luz interior y nos entregamos al calor de su amor, la dureza de nuestro interior empieza a transformarse y la capa de hielo que rodea nuestro corazón se derrite.

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La Adoración Eucarística (Parte I)

El permanecer en silencio ante el Señor Sacramentado, ya sea el Santísimo expuesto o en el Sagrario, tiene un gran efecto en la profundización de la oración. Por eso, en el marco de estas meditaciones sobre el tema de la oración, conviene que dediquemos dos días específicamente a la Adoración Eucarística.

Antes de entrar en materia, sólo una breve explicación para aquellos que no están familiarizados con la devoción católica. Los católicos creemos que, después de la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo durante la Santa Misa, su presencia permanece en la santa hostia, aun cuando ha concluido la liturgia. Es por eso que los católicos hacemos una genuflexión (esto es, una reverencia) ante el Sagrario, donde se conservan las hostias consagradas.

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