El Señor en Nazaret

Lc 4,16-30

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

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Jesús calma la tormenta

Mc 4,35-41

En aquel tiempo, al llegar la tarde, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla.” Y, despidiendo a la muchedumbre, le llevaron en la barca tal como estaba. Y le acompañaban otras barcas. Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas se echaban encima de la barca, hasta el punto de que la barca ya se inundaba. Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Entonces le despiertan, y le dicen: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” Y, puesto en pie, increpó al viento y dijo al mar: “¡Calla, enmudece!” Y se calmó el viento y sobrevino una gran calma.

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Elogio a la sabiduría

Sab 7,7-10.15-16 (Lectura correspondiente a la memoria de Santo Tomás de Aquino)

Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos y en su comparación tuve en nada la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena, y ante ella la plata es como el barro. La quise más que a la salud y a la belleza y preferí tenerla como luz, porque su claridad no anochece. Que Dios me conceda hablar con conocimiento y tener pensamientos dignos de sus dones, porque él es quien guía a la sabiduría y quien dirige a los sabios. En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, toda prudencia y toda habilidad práctica.

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Santa Ángela Merici y el verdadero amor

1Pe 4,7b-11 (Lectura correspondiente a la memoria de Santa Ángela Merici)

 Sed sensatos y sobrios para poder rezar. Ante todo, amaos profundamente unos a otros, porque el amor cubre multitud de pecados. Sed hospitalarios unos con otros, sin murmurar. Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la múltiple y variada gracia de Dios. Si uno toma la palabra, que sea de verdad palabra de Dios; si uno ejerce un ministerio, hágalo en virtud del poder que Dios le otorga. Así, Dios será glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

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Reavivar el don de Dios

2Tim 1,1-8 (Lectura correspondiente a la memoria de los Santos Timoteo y Tito)

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, encargado de anunciar la promesa de vida que está en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Gracia, misericordia y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús Señor nuestro.

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La conversión de San Pablo

Hch 22,3-16 

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: “Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad e instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros antepasados. Estuve lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy. Yo perseguí a muerte este Camino, encadenando y encarcelando a hombres y mujeres, como pueden certificarlo el Sumo Sacerdote y todo el consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados.

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