Pastores según el corazón de Dios

1Pe 5,1-4

Hermanos: A los presbíteros que hay entre vosotros, yo ­–presbítero como ellos y, además, testigo de los padecimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse– os exhorto: apacentad la grey de Dios que se os ha confiado, gobernando no a la fuerza, sino de buena gana según Dios; no por mezquino afán de lucro, sino de corazón; no como tiranos sobre la heredad del Señor, sino haciéndoos modelo de la grey. Así, cuando se manifieste el Pastor Supremo, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

leer más

Aspectos sobre la fe

Mc 9,14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: “¿De qué discutís?” Uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.” Él les contestó: “¡Ay, generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?” Se lo llevaron.

leer más

El amor a los enemigos

Lc 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “A vosotros que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen y rogad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra, y al que te quite el manto no le niegues tampoco la túnica. Da a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Como queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo de igual manera con ellos. 

leer más

La regla de los tres días

St 3,1-10

Hermanos míos, no pretendáis muchos ser maestros, pues habéis de saber que tendremos un juicio más severo;porque todos caemos muchas veces. Si alguno no peca de palabra, ése es un hombre perfecto, capaz de refrenar todo su cuerpo. Si ponemos frenos en la boca a los caballos para que nos obedezcan, podremos dirigir todo su cuerpo. Mirad también las naves: aunque sean tan grandes y las empujen vientos fuertes, un pequeño timón las dirige adonde quiere el piloto. Del mismo modo, la lengua es un miembro pequeño, pero va presumiendo de grandes cosas.

leer más

La negación de sí mismo

Mc 8,34–9,1

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla?

leer más

Confianza en los caminos de Dios

Mc 8,27-33

En aquel tiempo, iba Jesús con sus discípulos hacia los poblados de la región de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.” Él les preguntó: “Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Pedro le contestó: “Tú eres el Cristo.” Entonces les ordenó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.

leer más

Consejos espirituales

St 1,19-27

Tened esto presente, hermanos míos queridos: Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar y para la ira, pues la ira del hombre no desemboca en lo que Dios quiere. Por eso, desechad todo tipo de inmundicia y de mal, que tanto abunda, y recibid con docilidad la palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras vidas.

leer más

Rechazar las tentaciones

St 1,12-18

¡Dichoso el hombre que soporta la prueba!, porque, una vez superada ésta, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman. Que nadie, cuando sea probado, diga: “Es Dios quien me prueba”, porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie. Más bien cada uno es probado, arrastrado y seducido por su propia concupiscencia. Y una vez que la concupiscencia ha concebido, da a luz al pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra muerte. No os engañéis, hermanos míos queridos: toda dádiva buena y todo don perfecto que recibimos viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni fase de sombra. Nos engendró por su propia voluntad, con palabra de verdad, para que fuésemos las primicias de sus criaturas.

leer más

Luz de las naciones

Hch 13,46-49 (Lectura correspondiente a la memoria de los Santos Cirilo y Metodio)

En aquellos días, Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron a los judíos: “A vosotros debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la rechazáis y no os consideráis dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: ‘Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra’.” Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región.

leer más

La confianza en Dios es nuestra respuesta de amor

Jer 17,5-8

Esto dice el Señor: “Maldito quien confía en el hombre y hace de las creaturas su apoyo, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, y no verá el bien cuando viniere; habitará en los sequedales del desierto, en tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor, pues no defraudará su confianza. Será como un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces. No temerá cuando llegue el calor, su follaje estará frondoso; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.”

leer más