La verdadera sencillez (Parte I)

NOTA: En la meditación de hoy y de mañana, saldremos del marco habitual de las meditaciones diarias, generalmente basadas en la lectura o el evangelio del día, para desarrollar un tema que es muy significativo para nuestra vida espiritual: la sencillez.

La sencillez, correctamente entendida, es un gran valor. En efecto, sencillez no significa simplificar todas las cosas y no ser capaces de pensar de manera diferenciada. Antes bien, en su esencia, la verdadera sencillez quiere decir que contemplamos todas las cosas desde la perspectiva de Dios, de modo que cada cual recibe el lugar que le corresponde. Es el Espíritu Santo el que coloca todo en su orden, tanto en la vida interior como en la exterior.

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La santa obediencia de María

Mi 5,1-4a

Así dice el Señor: “Pero tú, Belén Efratá, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.”

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El tiempo apremia

1Cor 7,25-31

 En cuanto al celibato, no tengo precepto del Señor, pero doy un consejo, como quien por la misericordia del Señor merece confianza. Así pues, considero que, por la presente necesidad, más le vale al hombre permanecer como está. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿No estás unido a una mujer? No busques mujer. Si te casas, no pecas, y si una virgen se casa, no peca.

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Los santos juzgarán al mundo

1Cor 6,1-11

Hermanos: Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, en lugar de someterla al criterio de los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no os creéis dignos de juzgar esas naderías? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Pues con mayor motivo las cosas de esta vida! Pero resulta que, cuando tenéis pleitos de este género, ¡tomáis como jueces a los que la iglesia tiene en nada!

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Alegría en el sufrimiento

NOTA: Por un error, hemos tomado hoy la lectura correspondiente al año impar. Sin embargo, ésta nos permite meditar sobre un tema muy importante para la vida cristiana, que ciertamente será provechoso para muchos.

Col 1,24–2,3

Hermanos: ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi cuerpo lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia. De ella he sido yo constituido servidor por disposición divina, dada en favor vuestro: para cumplir el encargo de anunciar la palabra de Dios, es decir, el misterio que estuvo escondido durante siglos y generaciones y que ahora ha sido manifestado a sus santos.

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Salvados por la sabiduría

Sab 9,13-18

 ¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién puede considerar lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma y la tienda terrenal abruma la mente reflexiva.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto?

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Investidos por misericordia al servicio de Dios

2Cor 4,1-2.5-7

Lectura correspondiente a la memoria de San Gregorio Magno

Hermanos: Investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no desfallecemos. Antes bien, nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios. Por el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana.

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Mi Juez es el Señor

1Cor 4,1-5

Que la gente nos tenga por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se exige de los administradores es que sean fieles. Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. ¡Ni yo mismo me juzgo! Cierto que mi conciencia nada me reprocha, pero eso no significa que carezca de culpa. Mi juez es el Señor.

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¡Que nadie se engañe!

1Cor 3,18-23

 ¡Que nadie se engañe! Si alguno de vosotros se cree sabio según los criterios de este mundo, mejor es que se vuelva necio, para llegar a ser sabio. Pensad que, para Dios, la sabiduría de este mundo no es más que necedad. En efecto, dice la Escritura: “El que enreda a los sabios en su propia astucia.” Y también: “El Señor conoce cuán vanos son los pensamientos de los sabios”.

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Vencer la actitud terrenal

1Cor 3,1-9

Yo, hermanos, no pude hablaros como a personas espirituales, sino como a carnales, como a niños en la fe de Cristo. Os di a beber leche, y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Y ni siquiera ahora lo soportáis, pues seguís siendo carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia, ¿no creéis que seguís siendo carnales y vivís a lo humano? Cuando dice uno: “Yo soy de Pablo”, y otro: “Yo soy de Apolo”, ¿no estáis procediendo según criterios humanos? ¿Quién es, pues, Apolo? ¿Y quién es Pablo?…

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