MIRAD CONMIGO AL PADRE

“Mirad conmigo al Padre y todo lo conseguiréis, sea lo que sea” (Palabra interior).

Al mirar con Jesús al Padre, todo lo que sucede se transforma y se convierte en una entrega constante a nuestro Padre Celestial. Nada de lo que Jesús dijo e hizo fue jamás contrario a la Voluntad de Dios. Antes bien, el Hijo de Dios conduce de regreso al Padre a toda la humanidad necesitada de redención.

Aunque Jesús culminó su misión en este mundo y volvió al Padre, nos dejó su mirada de amor al Padre, para que la imitemos. “Seguidme” (Mt 4,19) –dice el Señor a sus discípulos a orillas del Mar de Galilea, y ellos le siguieron en todos sus caminos, excepto aquel que lo traicionó. Si queremos sumergirnos por completo en el amor de Dios ya en esta vida terrena, entonces, en la imitación del Señor, hemos de elevar nuestra mirada al Padre. Mirándolo, hemos de ofrecerle todo el sufrimiento y el olvido de Dios en este mundo, pidiéndole que los hombres acojan la gracia de la Redención.

Al mirar con Jesús al Padre Celestial, podemos osarlo todo, porque para Él nada es imposible y todo lo conseguiremos, sea lo que sea.

Al mirar con Jesús al Padre Celestial, permaneceremos fieles a la misión que nos ha encomendado, así como Él fue fiel hasta la muerte.

Al mirar con Jesús al Padre Celestial, tendremos sed de ayudar a las almas en su camino con Dios, para que su sed sea saciada y pueda Él colmarlas de su amor.

Si miramos con Jesús al Padre, entonces, en medio del sufrimiento por este mundo alejado de Dios, encontraremos siempre refugio en el Señor y en el Padre, pues Él ofreció a su Padre el sufrimiento del mundo entero.

Si miramos con Jesús al Padre, haremos lo mismo que Él hizo y podremos tener parte en el amor con que el Padre amó a su Hijo Unigénito.