LOS ATRAÍA CON LAZOS DE AMOR”

 “Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer” (Os 11,4). 

El Padre recurre a mil maneras para mostrar a los hombres su amor. De muchas formas se inclina hacia nosotros, y con suma claridad sucede en el Nacimiento del Hijo de Dios, que vino a nosotros como hombre, para que pudiésemos entender cuán cerca quiere estar Dios de nosotros, cuán valiosos somos para Él…

El amor es la gran fuerza unificadora, y el amor de Dios por nosotros es tan inmenso que, en la Segunda Persona de su Divinidad, se unió indisolublemente a la naturaleza humana. Por tanto, la Encarnación del Hijo de Dios es una insuperable declaración de su amor, que luego se expresa de muchas más maneras. Cuando empezamos a ver con los ojos del amor, descubrimos por doquier las manifestaciones del amor de nuestro Padre Celestial, porque éste es el que motiva todas sus acciones.

Nuestro Padre quiere transmitirnos su amor en términos que sean comprensibles para nosotros. En el plano humano, sabemos que el amor entre un hombre y una mujer puede convertirse en un tema predominante. Y el Padre quiere dar a entender a su Pueblo que es precisamente con este amor esponsal con que lo corteja: “Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor”.

También la segunda expresión del amor que nos presenta en este versículo del Profeta Oseas es bien conocida para nosotros: la ternura de los padres al alzar a su niño contra su mejilla, dándole todo el cariño y el alimento que necesita y deleitándose con su presencia.

Todas estas expresiones del amor proceden de Dios y se reflejan en nuestra vida humana. Él quiere recordarnos que Él mismo es el origen, para que nunca olvidemos cuánto nos ama.

Si la certeza de este amor llegaría hasta lo más profundo de nuestra alma y penetraría todo nuestro ser, entonces resonaría en nuestra vida el cántico de amor a Dios: el canto para su gloria y para alegría de todas las almas que buscan a Dios.