Introducción a un período de enseñanza espiritual

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NOTA: Queridos amigos que escuchan a diario mis meditaciones. Para las próximas semanas, hasta el miércoles de ceniza, he pensado hacer un período para tratar principalmente temas espirituales concretos. De hecho, también en las meditaciones bíblicas procuro incluir estos temas, siempre que el texto se preste para ello. Sin embargo, conviene presentar el camino de seguimiento de Cristo también de forma más sistemática, para tener una visión de conjunto.

Quisiera aprovechar la ocasión para decirles que, con mucho gusto, pueden reenviar y compartir mis meditaciones, o utilizarlas para diversos fines… Están hechas para católicos u otros cristianos interesados en espiritualidad, que quieran recorrer seriamente el camino de seguimiento de Cristo. También pueden ser de provecho para los que están iniciando este camino, o para aquellos que se encuentran en una intensa búsqueda, para que puedan hacerse una idea del “sabor” de la vida espiritual, y se despierte en ellos un hambre interior.

El Coro “Harpa Dei”, que me acompaña con la música sacra, y yo nos alegramos si estas meditaciones diarias sirven a los fieles para acoger más a profundidad el inmenso regalo del amor de Dios.

En este período en que, como dije, trataremos temas espirituales concretos, podrían surgir situaciones en que convenga hacer una interrupción en el “ciclo”, para hablar sobre temas importantes de actualidad, porque yo quisiera ofrecer ayuda en cuanto al discernimiento de los espíritus. Quizá también tomemos uno que otro tema del que ya habíamos hablado en otra ocasión, para desarrollarlo más a profundidad.

Introducción a la enseñanza espiritual

Todo lo que viene de Dios porta el sello de su amor. Dios no podría siquiera actuar sin este amor, porque Él es el amor mismo, de modo que todo cuanto hace procede del amor. Al encontrar a Dios, encontramos el amor perfecto, la luz pura, sin sombra alguna. En Él no puede haber nada malo, porque lo malo es siempre una perversión del bien, y Dios no podría actuar en contra de Sí mismo.

A través de la fe cristiana, conocemos más de cerca este amor de Dios, que se manifiesta incomparablemente en su Hijo Unigénito, quien nos alcanzó la Redención a través de su Pasión y Muerte. Ahora, nosotros estamos llamados a acoger este regalo del amor y a dejarnos transformar por este amor, para que lleguemos a ser aquello para lo cual Dios nos creó, y podamos así cumplir nuestra misión en este mundo.

Este proceso de transformación interior -el camino espiritual- no es otra cosa que la creciente presencia del Espíritu Santo en nosotros, quien quiere unificarnos totalmente con la Voluntad de Dios. ¡Esta es la meta! En la medida de lo posible, ya en esta vida ser uno con la Voluntad de Dios; y, en la vida eterna, vivir en total unidad y familiaridad con Él. ¡Este llamado del Señor exige nuestra colaboración! Podemos demostrarle todo nuestro amor al escucharlo y regalarle confiadamente nuestro corazón.

¡Cuánta alegría será para el Padre Celestial recibir esta respuesta de sus hijos! Él se pondrá inmediatamente “manos a la obra”, con amoroso fervor, para que nuestro “traje de boda” sea preparado para la eternidad y nuestra alma sea adornada de Su belleza, y, con infinita paciencia y sabiduría, se compadecerá de la debilidad de sus hijos, levantándolos, animándolos y fortaleciéndolos una y otra vez.

En la eternidad, lo veremos tal cual es, y, junto con los Suyos, lo adoraremos sin cesar. ¡Será un gozo sin fin!  En nuestra existencia terrenal nos resulta difícil imaginarlo, aunque, en ocasiones, podemos pregustar algo de lo que será… Estas experiencias son como un dulce anticipo del gozo que nos espera cuando hayamos terminado nuestro peregrinar en la Tierra.