EL REINO DE SU AMOR

“En el corazón de María, el Padre edifica el Reino de su amor” (San Juan Eudes).

¡Qué bella constatación de San Juan Eudes! Efectivamente es así: la Virgen acogió plenamente el amor de Dios y dio la respuesta que nuestro Padre pide y espera de nosotros, los hombres. Al decir “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38), María abrió las puertas para que el Padre pudiese desplegar sin impedimentos su plan de salvación. Y Dios le encomendó lo más valioso que podía dar a los hombres: a su amado Hijo.

Allí, en el corazón de aquella que dio su “sí” a la Voluntad del Padre aun en las situaciones más difíciles de su vida, se hace visible el Reino de Dios. El “sí” de María fue pronunciado en representación por toda la humanidad, y nuestro Padre hizo surgir en Ella el arca en el que los hombres pueden hallar su refugio. A través de su Hijo, nuestro Padre edifica su Iglesia a imagen de María, para que, como arca de salvación, conduzca hacia Él a la humanidad redimida.

Un corazón que pertenece a Dios es un gran tesoro para nuestro Padre. Es un corazón al que Él puede donarse y revelar los misterios de su amor, como lo hizo con María, la Madre de Dios.

Nuestro Padre busca corazones como los de la Virgen María, para que también a través de ellos su Hijo Jesucristo sea llevado a los hombres, para que también ellos se conviertan en un refugio para los hombres y les muestren el camino hacia Dios.

Cuanto más oscuros sean los tiempos, tanto más importante es dar nuestro “sí” de amor a la Voluntad de Dios, en unión con María, a quien Jesús nos dio como Madre. Así, el Señor podrá contar con nosotros para conducir a su humanidad de regreso a su patria eterna.