CONOCIENDO AL PADRE CELESTIAL (Parte IV)

Conocer, honrar y amar al Padre…

Cuando haya crecido la relación confiada entre el Padre y nosotros; es decir, cuando lo hayamos conocido más a profundidad, notaremos cómo Dios empieza a hacernos partícipes de los deseos de su corazón. Nos hará comprender que debemos ir junto a Él en busca de las “ovejas perdidas” de la humanidad, para conducirlas de regreso a la casa del Padre.

Aquí nos topamos con una herida de amor muy profunda en el Corazón de Dios: ¿Dónde están aquellas almas que corren el peligro de condenarse, aquellas almas que Él creó a su imagen y semejanza, y llamó a la existencia movido por su amor paternal? ¿Dónde están?

¿A quién puede enviar el Padre? ¿A quién puede confiarle su preocupación y encomendarle la tarea de ir en su busca?

El Padre mismo vino a nosotros en la Persona de su Hijo, quien cumplió fielmente su encargo hasta la muerte. Y ahora que la gracia de la Redención obrada por Cristo se ofrece a todos los hombres, ¿quién seguirá cumpliendo el encargo de anunciárselo? ¿Quién está dispuesto a ir de parte del Padre Celestial?

¿Están cumpliendo su tarea aquellos que fueron instituidos como pastores de la grey de Dios? ¿Será que aquellos que deben dar testimonio del Señor en el mundo están respondiendo con toda su entrega a esta misión?

¿Qué sucede cuando dar testimonio de Jesús acarrea sufrimiento, persecución o difamación? ¿Permanecen fieles los mensajeros?

El amor de Dios por los hombres es un fuego inextinguible y el Padre jamás se cansa de buscar a sus hijos e hijas perdidos. Al mismo tiempo, Él está siempre pendiente de aquellos que están dispuestos a ir en su busca de parte suya. Por eso, no sólo quiere que nosotros personalmente acojamos su amor, sino que su Corazón también busca inflamarnos con su propio amor por todos los hombres, de modo que salgamos con Él en busca de las ovejas perdidas.

Así es nuestro Padre, y así debemos conocerlo.