La doncella de Orléans (Parte 3): «Pasión y martirio»

Para Juana de Arco, había llegado la etapa más difícil de su misión. Tuvo que cargar todo el peso de la cruz, de la cual nadie que esté plenamente al servicio de su Señor queda exento.

A los ingleses no les hubiera bastado con capturar y dar muerte a Juana, pues sabían que entonces todo el pueblo francés la habría visto como mártir y les hubiera servido de inspiración para seguir con su causa de liberar a la nación. leer más

La doncella de Orléans (Parte 2): «Su misión»

Comienza ahora la misión de Santa Juana de Arco a la cabeza de las tropas francesas.

Su sola presencia les mostraba a los soldados y oficiales que Dios intervendría concretamente en la situación de Francia. Así, la población y los combatientes recobraron el ánimo y la valentía, y creyeron en la misión de la Doncella. Su presencia era tan impactante que mucha gente la veía como un ángel de Dios.

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La doncella de Orléans (Parte 1): «El llamado»

El 6 de enero le había dedicado una parte de la meditación a Santa Juana de Arco, porque era el día de su cumpleaños. El 16 de mayo de 2020 habíamos celebrado el centenario de su canonización. Para nosotros, que preparamos estas meditaciones diarias, fue una gran fiesta, porque estamos muy unidos a esta santa, de muchas maneras. En este contexto, queremos volver a compartir con ustedes a lo largo de los próximos tres días su historia a manera de audionovela. Santa Juana, la Doncella de Orléans, es la persona mejor documentada de la Edad Media. ¡Su misión es más que extraordinaria! Esperamos con ello también glorificar a Dios, nuestro Padre, quien tanto agració a esta Doncella, que, por desgracia, a menudo es incomprendida. Además, estamos convencidos de que la misión de Santa Juana de Arco es de gran importancia, especialmente en nuestros tiempos difíciles:

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El amor paternal

En el año 2020, me había propuesto dedicar el día 7 de cada mes a una meditación sobre Dios Padre. Siempre y cuando sea posible, quisiera continuar con ello en este año, porque es muy enriquecedor conocer a la Santísima Trinidad tanto en su unidad como en cada una de sus tres Personas.

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El encuentro decisivo

1Jn 3, 11-20

Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que, siendo del Maligno, mató a su hermano. Y ¿por qué le mató? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas.  No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.

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Las obras de la justicia

1Jn 3,7-10

Hijos míos, que nadie os engañe: el que obra la justicia es justo, porque él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio, y el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Quien ha nacido de Dios no peca, porque su germen mora en él; es decir, no puede pecar porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: quien no hace lo que es justo no es de Dios, y quien no ama a su hermano, tampoco.

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El gran amor de nuestro Padre

NOTA: La lectura que escucharemos a continuación no es la que se lee en la liturgia de este domingo. Por equivocación tomamos la de otro año litúrgico, y cuando nos percatamos ya había terminado la meditación, así que decidí dejarla así…

1Jn 2, 29 – 3, 1-6

Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos.

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Sirve a tu Señor en verdadera humildad

Mt 23,8-12

Evangelio correspondiente a la memoria de San Basilio y San Gregorio

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Vosotros no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Instructores’, porque uno solo es vuestro Instructor: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.”

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