No tener miedo a las pruebas

Gen 22,1-2.9a.10-13.15-18

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abraham. “¡Abraham!” -le dijo. Él respondió: “Aquí estoy”. Después añadió: “Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac; vete a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré”. Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.

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Alianza con Dios

Dt 26,16-19

Moisés habló al Pueblo diciendo: “En este día Yahvé tu Dios te manda practicar estos preceptos y estas normas. Guárdalas y practícalas con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz.

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Dios quiere perdonar

Ez 18,21-28

Esto dice el Señor Dios: “Si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. Ninguno de los crímenes que cometió se le volverá a recordar; vivirá a causa de la justicia que ha practicado. ¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado –oráculo del Señor Yahvé—y no más bien en que se convierta de su conducta y viva?

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No tengo otra ayuda fuera de ti

Est 4, 17k.17l-m.17r-t 

En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: “Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido.

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Tú eres el Mesías

Mt 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.” Él les preguntó: “Pero vosotros ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.”

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La sutil tentación de la mundanización

Mc 1,12-15 

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció allí cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Después que Juan fuese entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba el Evangelio de Dios: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado; convertíos y creed en el Evangelio.”

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Junto a Jesús, buscar a los pecadores

Lc 5,27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo. “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Leví ofreció en su casa un gran banquete. Les acompañaban a la mesa un gran número de publicanos, aparte de otras personas. Los fariseos y los escribas decían refunfuñando a los discípulos: “¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?” Les respondió Jesús: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.”

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Un ayuno grato al Señor

Is 58,1-9a

Esto dice el Señor Dios: Clama sin tregua, bien fuerte; levanta tu voz como trompeta y denuncia a mi pueblo su rebeldía, a la casa de Jacob sus pecados. Ellos me consultan día a día y quieren conocer mis caminos, como gente que practica la justicia, que no abandona el mandato de su Dios. Me consultan sobre normas de justicia, les gusta estar cerca de su Dios.

-¿Para qué ayunamos, si no lo ves, o nos mortificamos, si no te enteras?

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