“PERMANECED EN MI GUÍA” 

“Permaneced en mi guía, y el milagro de mi amor os acompañará y se volverá palpable para las otras personas” (Palabra interior).

Nuestro Padre no sólo quiere tenernos consigo y agasajarnos con su amor, sino que además quiere convertirnos en mensajeros de su amor. Si correspondemos a su amor y nos sabemos cobijados en él, sucederá así.

¿Puede haber algo más importante para los hombres que enterarse de que Dios los ama? Las muchas congojas que atraviesan, ¿no son acaso la consecuencia de no conocer este amor o de haberlo abandonado?

El Padre nos ofrece su guía, y a nosotros nos corresponde aprender a descubrirla mejor en nuestra vida. Entonces nos daremos cuenta de que para cada día el Señor tiene un plan. Si lo seguimos, nuestra vida dará mucho fruto.

A menudo es una guía muy sutil, pero día a día aprenderemos a percibirla mejor, si escuchamos la voz del Espíritu Santo. Él no grita ni hace bullicio. Antes bien, le encanta que nos adentremos en nosotros mismos e intentemos conocerlo cada vez más.

Conviene detenernos de tiempo en tiempo y preguntarle si lo que estamos haciendo o pensando es de su agrado. También podemos pedirle que siempre nos corrija. Ciertamente nuestro Amigo divino, que es tan atento, también lo haría por iniciativa propia; pero resulta que nosotros no siempre estamos dispuestos a escuchar. En cambio, si se lo pedimos explícitamente, le mostramos nuestra disposición a aceptar y seguir sus directrices. De esta manera, le facilitamos a nuestro Amigo divino ejercer su influencia sobre nosotros y transformarnos.

Puesto que el Espíritu Santo es el amor entre el Padre y el Hijo, bajo su guía diaria crecerá en nosotros el amor y nos acompañará siempre. Y si nuestras palabras y obras están “sazonadas con amor”, las personas lo saborearán y se volverán con mayor facilidad a nuestro Padre Celestial.