Verdadera conversión

«Os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos.»

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1Tes 1,5c-10

Hermanos: sabéis cómo nos portamos entre vosotros, trabajando siempre a vuestro favor. Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la palabra con el gozo que os proporcionaba el Espíritu Santo, en medio de numerosas tribulaciones. De esta manera os habéis convertido en modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.

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Amor a la verdad

«Y todo orientado a la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios»

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Ef 4,7-16

A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones de Cristo. Por eso dice la Escritura: ‘Subiendo a la altura, llevó cautivos y repartió dones a los hombres’. ¿Qué quiere decir “subió” sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra? Éste que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenar el universo. Él mismo dispuso que unos fueran profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros, para organizar adecuadamente a los santos en las funciones del ministerio.

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La humildad: preciosa flor en el jardín de Dios

«Yo, prisionero por el Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la llamada que habéis recibido»

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Ef 4,1-6

Yo, prisionero por el Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la llamada que habéis recibido: con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Pues uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos. leer más

Toda la plenitud de Dios

«Doblo mis rodillas ante el Padre…»

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Ef 3,14-21 

Doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que, en virtud de su gloriosa riqueza, os conceda fortaleza interior mediante la acción de su Espíritu, y haga que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Y que de este modo, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conozcáis el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento. Y que así os llenéis de toda la plenitud de Dios.

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El misterio de Dios ha sido revelado

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Ef 3,2-12 

Habéis oído hablar de la misión de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro: cómo me fue comunicado por una revelación el conocimiento del misterio, tal como brevemente acabo de exponeros. Por la lectura de la carta podréis captar mi conocimiento del misterio de Cristo, un misterio que no fue dado a conocer a los hombres en generaciones pasadas. Ahora, en cambio, ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por medio del Espíritu: que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa cumplida en Cristo Jesús.

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Meditaciones sobre la Iglesia

«En Jesucristo, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.»

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Ef 2,12-22

Hermanos: vosotros ya no sois extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Vosotros estáis edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también vosotros sois incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

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Salvados por la gracia

«Podemos cooperar en la edificación del Reino de Dios, en el cual Nuestro Señor ejerce Su dominio de amor, junto con la Reina de los corazones, nuestra Madre María.»

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Ef 2,1-10

Hermanos: vosotros estabais muertos a causa de vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el príncipe del imperio del aire, el espíritu que actúa en los rebeldes… entre ellos vivíamos también  todos nosotros en otro tiempo, sujetos a las concupiscencias y apetencias de nuestra naturaleza humana, y a los malos pensamientos, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás. Pero Dios, rico en misericordia, movido por el gran amor que nos tenía, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo –por gracia habéis sido salvados–, y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús.

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Atención frente a los elogios

«Dad al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»

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Mt 22,15-21

En aquel tiempo, los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprender a Jesús en alguna palabra. Así que enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: “Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza, y no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece: ¿es lícito pagar tributo al César o no?”

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La ascesis (Parte 5)

«La ascética es parte de nuestra armadura para el combate.»

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Hoy trataremos el tema de cómo manejar nuestros pensamientos y sentimientos en el sentido de la formación espiritual, que implica la ascética.

“Los pensamientos retorcidos apartan de Dios” –nos dice el Libro de la Sabiduría (1,3).  “Él [el Espíritu Santo] se aleja de los pensamientos vacíos” (1,5b).

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La ascesis (Parte 4)

«Dichosos los limpios de corazón» (Mt 5,8)

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Una vez que hayamos aprendido a ordenar nuestra excesiva locuacidad, y ya no digamos simplemente todo hacia afuera, sin haberlo examinado, el siguiente paso será “qué” es lo que decimos y “cómo” lo decimos.

El Apóstol nos advierte: “Que no salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino lo que sea bueno.” (Ef 4,29), y en otra parte nos dice:“Desechad también vosotros todas estas cosas: (…) la blasfemia y la conversación deshonesta en vuestros labios.” (Col 3,8)

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