NOVENA A DIOS PADRE – Día 3: “Padre, quiero ser luz tuya”

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Amado Padre, esta serie de meditaciones es una Novena en tu honor, y ha de ayudar a los hombres –tus amados hijos– a conocerte más profundamente.

También ha de servir para que pronto se cumpla tu deseo de que la Iglesia instaure una Fiesta litúrgica, en la cual Tú seas honrado como “Padre de toda la humanidad”. Este anhelo Tuyo se lo confiaste a la Madre Eugenia Ravasio.

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NOVENA A DIOS PADRE – Día 2: “Tú, Padre, eres la vida”

En efecto, es esto lo que siempre buscamos… Constantemente estamos a la mira de algo que nos llene, que nos haga felices –según nuestro concepto de felicidad–; de algo que perdure… Pero, ¿puede acaso haber verdadera felicidad sin Ti?

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Si alguien te hace daño…

Mt 5,38-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo que no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitar contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida da, y no vuelvas la espalda al que desee que le prestes algo.”

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La gloria de Dios y el honor de Santa Juana de Arco

Como dije en la meditación de ayer, no quiero dejar de referirme a Santa Juana de Arco. El 30 de mayo de 1431 fue el día de su martirio, cuando fue quemada públicamente como bruja en la plaza de mercado de Rouen (Francia). Os invito cordialmente a escuchar la audionovela que hicimos en su honor, en la cual se puede obtener una buena impresión sobre la misión de esta santa: https://www.youtube.com/watch?v=dE3SJZIdmJs&feature=youtu.be.

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Pentecostés: el gran suceso

¡Ahora has descendido, Amado Espíritu Santo! En esta ocasión, llegaste en la tormenta, en una “impetuosa ráfaga de viento” (cf. Hch 2,2); y no en una “suave brisa” como cuando te manifestaste a tu amigo, el Profeta Elías (cf. 1Re 19,11-13). A él te mostraste más escondida y suavemente, así como sueles actuar en las almas de aquellos que te dejan entrar. Pero hoy, en el acontecimiento de Pentecostés, fue distinto… ¡Cuán maravilloso y convincente fue tu actuar! Los apóstoles hablaban y anunciaban en su propia lengua; pero todos los allí presentes los entendían cada cual en su propio idioma.

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo (14/14): “La paciencia”

Amado Espíritu Santo, con la meditación de hoy concluimos esta preparación para la gran Fiesta de tu descenso. ¡Que todos tus frutos crezcan y maduren en nosotros, para que podamos glorificar a Aquél de quien todo procede y dar testimonio de ti en el mundo! Para ello se requiere paciencia, porque estos frutos van madurando poco a poco, día tras día. Sobre todo necesitamos paciencia para el trato con las otras personas, sabiendo esperar a que ellas puedan acoger lo que Dios les tiene preparado.

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo (13/14): “La fidelidad”

Amado Espíritu Santo, Tú quieres que vivamos en fidelidad, y eso en una época en que la infidelidad parece haberse convertido en un estilo de vida. Será un arduo trabajo que tendrás que realizar, porque muchas personas ya no comprenden el sentido de la fidelidad, sea en el matrimonio, en las promesas hechas o incluso en los votos religiosos… A menudo tenemos que volver a aprender lo que significa la fidelidad, la responsabilidad, la constancia, la estabilidad…

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo (12/14): “La modestia”

¡Qué adorno tan precioso es un alma modesta, oh Espíritu Santo; un alma en la que habita este fruto tuyo! Se ha refrenado en ella la apetencia desordenada y ha llegado a la calma. No piensa constantemente en sí misma, y se contenta fácilmente con lo que recibe. No quiere ser el centro de atención, sino ocupar el sitio que Tú has previsto para ella. Por eso, el precioso don de la gratitud y el fruto de la humildad actúan en el alma modesta. Ella irradia serenidad y contento, no tiene que llamar la atención y está libre de toda arrogación o presunción. Sin embargo, en lo que respecta al amor, quiere ser grande: grande en el amor a ti y en el amor a los hombres. ¡El alma modesta tampoco se contenta con una fe pequeña!

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