APERTURA A CRISTO

“Hoy quiero añadir que la apertura a Cristo, que en cuanto Redentor del mundo ‘revela plenamente el hombre al mismo hombre’, no puede llevarse a efecto más que a través de una referencia cada vez más madura al Padre y a su amor” (Juan Pablo II, Encíclica “Dives in Misericordia”)

Cuanto más conozcamos al Padre y aprendamos a comprender su amor, cuanto más veamos al Hijo con los ojos del Padre, tanto más profunda llegará a ser nuestra relación con Jesús. Así, desde la perspectiva del amor de su Padre Celestial, descubrimos a nuestro Salvador. ¡No puede haber un encuentro más profundo con Él!

Nosotros hemos sido insertados por Dios en el sobrecogedor misterio del amor de la Santísima Trinidad. En el Evangelio de San Juan, Jesús se dirige al Padre diciéndole:

“Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer; para que el amor que me has tenido esté en ellos, y yo en ellos” (Jn 17,26).

Jesús quiere revelar el amor del Padre a los hombres y los llama a vivir en él. Es este amor el que lo mueve a hacerlo todo para la glorificación de Dios y la salvación de los hombres. Si nos encontramos más profundamente con el amor del Padre, se nos revela aún más el misterio de este amor y nuestra relación con Él adquiere un resplandor especial.

Partiendo de esta relación, que –según las palabras de Juan Pablo II– debe ser cada vez más madura, se lleva a efecto la apertura a Cristo como el Redentor del mundo. Entendemos entonces todo lo que Él dice y hace como expresión del infinito e insuperable amor de Dios, que todo lo abarca y todo quiere redimir y santificar.

¡Sólo nos queda el asombro y la gratitud por haber sido llamados a vivir como hijos de este amor!