NUNCA OLVIDARSE DE DIOS

“Recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca” (1Cro 16,12).

La Sagrada Escritura no se cansa de recordarnos los prodigios de Dios ni de alabar sus sabios preceptos. En efecto, nosotros, los hombres, olvidamos con mucha facilidad lo que nuestro Padre Celestial ha hecho, hace y seguirá haciendo a nuestro favor.

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Escuchar y poner en práctica

Lc 11,27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer de en medio de la multitud, alzando la voz, le dijo: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.” Pero él replicó: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.”

Siguiendo el calendario tradicional, celebramos hace pocos días (el 11 de octubre) la Fiesta de la Maternidad de María. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tenido en alto esta vocación especial de la Madre de Dios y, con justa razón, le ha dedicado una Fiesta especial a su Maternidad divina.

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USO PROVECHOSO DEL TIEMPO LIBRE

“Cuando tu alma se entretiene demasiado tiempo en el mundo de la nada, se vacía más” (Palabra interior) 

“La boca habla de lo que rebosa el corazón” –nos dice el Señor en el evangelio (Lc 6,45). Esta frase debe entenderse en el mismo sentido que la palabra interior que acabamos de escuchar. Debemos aprender de nuestro Padre Celestial cómo manejar nuestro tiempo libre de tal manera que no caigamos en la tentación de sobrecargarnos con cosas inútiles. Puede que al principio no nos demos cuenta de cómo nos afecta, pero nuestra alma bien sabe distinguir el alimento que le damos. Percibe una gran diferencia entre si le proporcionamos buen alimento, que la lleva a buscar a nuestro Padre y a procurar estar cerca de Él, o si la llenamos con una distracción tras otra, que a la larga le perjudican y la debilitan para el combate espiritual que está llamada a librar.

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Tiene que llegar uno más fuerte

Lc 11,14-26

En aquel tiempo, estaba Jesús expulsando un demonio que era mudo, y apenas salió el demonio, rompió a hablar el mudo. La gente quedó admirada, aunque algunos de ellos comentaban: “Éste expulsa los demonios por Beelzebul, Príncipe de los demonios.” Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Pero él, adivinando sus intenciones, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y una casa se desplomará sobre la otra. Entonces, si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino?… porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul.

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EN TI ESTÁ LA FUENTE VIVA

“En ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz” (Sal 35,10).

El salmo habla de aquella fuente que es también un tema recurrente en el Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio. Allí nos invita a beber de ella e incluso a arrojarnos en el “Océano del amor de Dios”. Es la fuente de amor que mana del Corazón de nuestro Padre.

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Más allá de la justicia

Mal 3,13-20a

“Vuestros discursos son arrogantes contra mí –oráculo del Señor–. Vosotros objetáis: ‘¿Cómo es que hablamos arrogantemente?’ Porque decís: ‘No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes.’

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EL ESPÍRITU SANTO

A través de la Cruz, también Dios Padre desciende hasta nosotros, y en la Eucaristía el Señor nos concede verdadera vida (cf. Jn 6,35). En los sagrarios de las iglesias Él establece su trono, esperando que acojamos su cercana presencia y sus gracias.

Pero también a través del Espíritu Santo el Padre quiere morar en nuestra alma, como nos da a entender en el Mensaje a la Madre Eugenia:

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Sobre el Padrenuestro

Lc 11,1-4

En aquel tiempo, estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.” Él les dijo: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.”

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LA EUCARISTÍA

¡Cuánto se ha preocupado nuestro Padre por nosotros, al abrirnos los caminos de la salvación! Sus tesoros son siempre accesibles para nosotros. Desgraciadamente, a menudo pasamos de largo sin aprovecharlos, y demasiadas veces el Señor permanece solo en el Sagrario, sin visita. Sin embargo, Él espera anhelante que vengamos y le permitamos así colmarnos de bendiciones. ¡Qué inmenso valor tiene la Santa Misa, que actualiza el sacrificio del infinito amor de Jesús en la Cruz! “Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Sal 34,9).

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El primado de la contemplación

Lc 10,38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo, donde una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.” Le respondió el Señor: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.”

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