PREPARACIÓN PARA PENTECOSTÉS: “Ven, divina luz”    

“Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.”

El Espíritu de Dios penetra profundamente en nuestras almas; es decir, quiere llegar hasta el centro de nuestro ser y morar allí, junto con el Padre y el Hijo que ponen su morada en nosotros, según las palabras de Jesús (cf. Jn 14,23). Una vez establecido en nuestro corazón, el Espíritu de Dios podrá moldearnos a imagen de Dios, siempre y cuando se lo permitamos. Esta es la gran obra del Espíritu Santo, una vez que ha llevado al hombre a la conversión y lo ha traído de regreso a la obediencia de amor hacia Dios.

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“GUIADOS POR EL SEÑOR”

«Ve a lo profundo y sumérgete una y otra vez en mí. Entonces encontrarás la guía interior que precisas» (Palabra interior).

Nuestro Padre nunca nos dejará sin su guía. Puede manifestárnosla de diversas maneras. En la frase de hoy, Dios nos exhorta a entrar en nuestro interior. Cuando le buscamos y lo percibimos en nuestra alma, cuando nos sumergimos en Él y permanecemos allí, se lo ponemos fácil a nuestro Padre comunicarnos su Voluntad. Las diversas influencias y distracciones de afuera disminuyen. Cuanto más hayamos aprendido a distinguir la voz de Dios que susurra a nuestro interior de los impulsos de nuestra naturaleza o incluso del lado oscuro, tanto más fácil nos resultará comprender sus indicaciones.

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