¿Cómo obtener un corazón puro? (Parte III)

Concluimos hoy el tema que habíamos estado tratando durante los últimos días: el camino para alcanzar un corazón puro. Nos basamos en estas palabras de Jesús:

“Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7,20-23)

Lo que habíamos dicho ayer con respecto al manejo de los pensamientos, se aplica también a todos los otros campos a los que el Señor hace alusión. Es de esperar que en nuestro corazón no se encuentren todas estas maldades mencionadas; pero sí que reside en nuestra naturaleza caída la tendencia a ello. Hemos de estar atentos –aunque no con escrúpulos ni tensiones– a lo que percibimos en nuestro interior, y afrontarlo como corresponde.

leer más

EL AMOR DERRITE TODA ASPEREZA

“Yo te amo más de lo que tú me amas” (Palabra interior).

Aunque en nuestro corazón ya haya despertado y empezado a arder el amor a Dios, siempre hemos de tener presente que Él nos ama infinitamente más de lo que nosotros le amamos. Es un «océano de amor» que nos envuelve por completo, sin por eso olvidar un solo instante a sus demás hijos y criaturas. Este es el amor del que nos nutrimos y, si lo dejamos entrar en nuestra vida y le abrimos las puertas de nuestro corazón, nos convertimos nosotros mismos en un manantial de este amor.

leer más

¿Cómo obtener un corazón puro? (Parte II)

Continuamos hoy con el tema que estuvimos tratando ayer: la purificación del corazón.

Al estar dispuestos a percibir nuestras sombras ante un Dios amoroso, surge un doble realismo: por un lado, uno reconoce el “lado oscuro” dentro de sí mismo; y, al mismo tiempo, uno se encuentra con la misericordia de Dios. Empezamos a entender que Dios no nos rechaza ni castiga a causa de la impureza que procede de nuestro corazón; sino que, en su amor, Él se ha propuesto traer luz a las tinieblas.

Entonces, no se trata, de ningún modo, de “integrar nuestra sombra” –como lo propone, por ejemplo, la así llamada “psicología profunda”–, considerando nuestro “lado oscuro” como parte de nuestra personalidad. En esto no puede consistir el proceso de transformación del corazón. Una visión correcta de la “integración de la sombra” sería admitir el hecho de que en nuestro corazón existen abismos y que éstos no pueden ser reprimidos. Sin embargo, la sombra no pertenece esencialmente al hombre; sino que es la deformación de su verdadero ser; la herencia del “viejo Adán”, que, alejándose de Dios, cayó bajo el dominio del pecado (cf. Rom 5,12). Esta sombra desfigura la imagen de Dios en nosotros; pero Él, en su bondad, quiere restaurarla. Para este proceso, es esencial la purificación del corazón.

leer más

GRATITUD ETERNA

“¿Cómo podremos jamás agradecerte, oh Amado Padre, por tu amor y tu infinita misericordia?” (Himno de alabanza a la Santísima Trinidad).

Cuando tomamos conciencia del amor de nuestro Padre y admiramos sus obras, empieza a brotar en nosotros un “eterno gracias”, que desemboca en la incesante alabanza de su majestad.

leer más

¿Cómo obtener un corazón puro? (Parte I)

NOTA: Por motivos de enfermedad, interrumpiremos durante los próximos días las meditaciones sobre el Evangelio de San Juan y escucharemos una serie de tres días sobre la purificación del corazón. Puede establecerse un nexo interior, pues a lo largo del Evangelio de San Juan nos habíamos encontrado una y otra vez con los corazones cerrados de los judíos hostiles, y siempre conviene examinar nuestro propio corazón y presentárselo a Dios para que Él lo purifique.

“Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre”  (Mc 7,20-23). leer más

EL TEMPLO INTERIOR

 

“Haré de tu corazón el trono de mi gloria y de mi misericordia” (Palabra interior).

Si le entregamos nuestro corazón al Padre Celestial, Él no descansará hasta haberlo convertido en un maravilloso templo interior adornado con todo tipo de piedras preciosas. Estas son las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo que se van desplegando en nosotros. De este modo, nuestro Padre se glorifica en nosotros, porque al adoptar sus rasgos y reflejar su ser, nos vamos convirtiendo en «otros Cristos», como se decía de San Francisco de Asís.

leer más

Evangelio de San Juan (Jn 14,15-23): «No os dejaré huérfanos»

 

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis porque permanece a vuestro lado y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Todavía un poco más y el mundo ya no me verá, pero vosotros me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis. Ese día conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él”. Judas, no el Iscariote, le dijo: “Señor, ¿y qué ha pasado para que tú te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?” Jesús le respondió: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él”.

leer más

EL AMOR COMO REGENTE

“Permaneced en mi amor” (Jn 15,9).

El amor de nuestro Padre Celestial nos envuelve, habita en nosotros y nos modela a imagen de Cristo. Si lo hemos reconocido y asimilado mediante la fe, entonces este amor querrá permanecer siempre en nosotros y no se apartará jamás. Es el amor divino y, por tanto, inmutable. Es un regalo que recibimos gratuitamente, pero nuestra tarea y nuestra dicha consisten en permanecer en él. Y esto no es difícil, ya que Dios, por su parte, nunca nos retira su amor. Solo nosotros podemos apartarnos de él cuando somos negligentes en cultivarlo y volcamos nuestro amor de forma desordenada hacia lo creado, alejándonos así de Dios.

leer más

 Evangelio de San Juan (Jn 14,1-14): “Jesús es el camino al Padre”

“No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De lo contrario, ¿os hubiera dicho que voy a prepararos un lugar? Cuando me haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino”. Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber el camino?” “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida -le respondió Jesús-; nadie va al Padre si no es a través de mí”. Si me habéis conocido a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. “Felipe -le contestó Jesús-, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo no las hablo por mí mismo.

leer más